Una investigación realizada por científicos de la Universidad de Boston, Estados Unidos, y publicada en la revista «Endocrine Research» afirma que mientras que el tejido adiposo de los glúteos femeninos se relaciona con una buena salud cardiovascular, el que se almacena en el área del vientre supone todo lo contrario. Esto determina que el lugar del cuerpo en donde rebosa la adiposidad afecta al funcionamiento metabólico y la expresión genética.
Durante siete años, los responsables de la publicación, estudiaron, junto con médicos de varios hospitales, a más de 3.000 pacientes ingresados por enfermedades cardiovasculares y cáncer. Los datos establecían una correlación entre estas dolencias y el exceso de adipocitos que rodean el abdomen, el corazón y la arteria aorta.
Además, también existen diferencias entre la peligrosa grasa abdominal, que se concentra con más facilidad en los hombres, y la que se aglomera alrededor de las caderas de las mujeres.
La verdadera función
Resulta que nuestro tejido adiposo está formado por células especializadas llamadas adipocitos, cuya función es almacenar lípidos. Cada uno de ellos guarda en su interior una gota de grasa, que puede llegar a ocupar casi todo el volumen celular.
Pero no todos los adipocitos son iguales, ni todos los que atesora nuestro cuerpo cumplen la misma misión. Hasta la fecha, se describieron dos tipos de tejido adiposo: el de grasa blanca y el de grasa parda.
Mucho más frecuente es el primero, encargado de acumular el exceso de calorías: da forma a los indeseables michelines. Pero su impacto en la salud guarda relación con su ubicación.
Varias investigaciones apuntan, por ejemplo, a que existe una asociación entre la cantidad de grasa abdominal y el riesgo de sufrir diabetes, hígado graso e hipertensión, entre otras enfermedades.
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