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Donald Trump cede y apoya a Paul Ryan y John McCain

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Donald Trump cede y apoya a Paul Ryan y John McCain

El candidato republicano da marcha atrás tras una semana de recriminaciones y divisiones en su partido

 

 

Donald Trump, después de echar un pulso a los líderes del Partido Republicano, dio este viernes un paso atrás. Trump declaró su apoyo a Paul Ryan, speaker o presidente de la Cámara de Representantes, en su reelección como congresista por Wisconsin. El candidato apoyó a otras dos figuras de la derecha a las que se había enfrentado: el senador por Arizona John McCain y la senadora por New Hampshire Kelly Ayotte. Los republicanos temen que las divisiones faciliten la victoria de la demócrata Hillary Clinton en las presidenciales de noviembre y ayuden al Partido Demócrata a recuperar el Senado.

 

 

 

El triple apoyo de Trump es lo más parecido a una rectificación para un político alérgico a admitir cualquier error y a rectificar en público. Ryan, McCain y Ayotte forman parte de la larga lista de políticos ofendidos por Trump desde que en julio de 2015 lanzó su candidatura. Trump llegó a despreciar a McCain, prisionero de guerra en Vietnam y considerado un patriota modélico en EE UU, y a cuestionar su heroísmo. Ryan, segundo en la línea de sucesión presidencial tras el vicepresidente, es el republicano más poderoso en Washington.

 

 

 

Ryan y otros republicanos reprochaban a Trump que, en vez de centrarse en la campaña contra Clinton, se entretuviese con peleas internas y polémicas que dañan su reputación ante el electorado moderado, clave en las elecciones presidenciales.

 

 

 

“En nuestra misión compartida de hacer América grande de nuevo, apoyo y respaldo a nuestro speaker de la Cámara Paul Ryan”, dijo Trump en un mitin en Wisconsin. “Y ya que estoy, tengo en la más alta estima al senador John McCain por su servicio a nuestro país en uniforme y en cargos públicos y apoyo y respaldo plenamente su reelección”, añadió.

 

 

 

El candidato, que suele improvisar sus discursos, leyó ambos mensajes, intercalando algunas palabras de cosecha propia. De la senadora Ayotte dijo que “es una estrella emergente y seguirá representando muy bien al gran pueblo de New Hampshire durante mucho, mucho tiempo”.

 

 

 

Trump argumentó que, para gobernar, necesitará mayorías republicanas en la Cámara de Representantes y el Senado. Y evocó al presidente Ronald Reagan, tótem republicano, para reclamar la idea del partido como big tent, una gran tienda o carpa bajo la que quepan todas las familias de la derecha norteamericana. «Gran, gran tienda. ¿Os acordáis?», dijo.

 

 

 

La campaña errática de Trump y sus mensajes extremistas pueden poner en riesgo, como mínimo, la actual mayoría en el Senado. Por ahora la mayoría de la Cámara de Representantes no peligra, según los sondeos. “Tendremos desacuerdos, pero discreparemos como amigos”, dijo.

 

 

 

 

A principios de esta semana, en una entrevista con The Washington Post, Trump se reservó el apoyo a Ryan, McCain y Ayotte en las elecciones primarias que, dentro del Partido Republicano, afrontan para poder ser candidatos a las legislativas de noviembre. Los tres son republicanos identificados con elestablishment que ha combatido a Trump en el último año, y contra el que Trump ha combatido.

 

 

 

Las palabras de Trump contra el líder de su partido en Washington y contra un héroe de guerra se interpretaron como un desaire imperdonable, una rebelión en toda regla, la violación de una línea roja que pocos candidatos presidenciales, habitualmente necesitados del propio partido para ganar, se atreven a cruzar.

 

 

 

El gesto de Trump el viernes, que por su escenificación pudo parecer reticente y hecho a su pesar, es un intento de dejar atrás una de las semanas más difíciles desde que comenzó su campaña a la Casa Blanca. La realopolitik se impuso: la admisión de que ni siquiera un político atípico como él puede arriesgarse a ver cómo el establishment de su partido le repudia cuando la campaña está a punto de entrar en su fase más intensa.

 

 

 

 

Las ofensas a los padres de un soldado caído en Irak; los comentarios sobre Ucrania que denotaban o ignorancia o alineamiento con la Rusia de Vladímir Putin; el corte de mangas a los notables del Partido Republicano como Ryan, McCain y Ayotte; la respuesta de varios republicanos marcando distancias y dándole la espalda; la caída en picado en los sondeos… La sucesión de estos errores no forzados desató el pánico entre los conservadores. Era el momento de cerrar las heridas. Hasta la próxima.

 

 

 

 

El País

 

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