La fibromialgia bajo la lupa: todo lo que necesitás saber

La fibromialgia bajo la lupa: todo lo que necesitás saber

La fibromialgia es un dolor generalizado, crónico, a nivel músculo esquelético, debido a un trastorno del sistema nervioso central para la percepción del dolor. Se puede dar por factores estresantes, tanto físicos como emocionales. Se asocia con una variada gama de síntomas, tanto físicos, como fatiga persistente y sueño no reparador, así como mentales, relacionados con ansiedad y depresión. Si bien afecta a una mínima parte de la población en los países donde se hace seguimiento de quienes la presentan, sus efectos la hacen digna de análisis y atención de la comunidad médica.

 

 

¿Qué es la fibromialgia?

 

La definición más aceptada actualmente, nos dice que es uno de los síndromes crónicos dolorosos de nuestro tiempo, cuyos efectos pueden alterar seriamente la calidad de vida de quienes la padecen. Fue reconocida como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud sólo en 1992. El término data de 1976 y es la unión de las palabras “fibro”, fibra o tejido conjuntivo en latín, y los vocablos griegos “mi”, músculo, y “algia”, dolor.

 

¿Se sabe por qué se produce?

 

Hasta ahora solo se ha logrado precisar que la aparición e intensificación de los síntomas de la fibromialgia pueden tener relación con factores estresantes, tanto físicos como emocionales.

 

¿Qué porcentaje de la población se ve afectada por fibromialgia?

 

A nivel mundial se habla de un 2% a 3% de prevalencia, aunque con tasas de un 5% y hasta cerca del 10% en el nivel de atención primaria. En Estados Unidos el porcentaje es similar: alrededor de un 2% de la población la padece y las mujeres son más propensas a sufrirla, en razón de nueve a uno, en comparación con los hombres. Se calcula que alrededor de unos 10 millones de estadounidenses padecen esta condición.

 

¿Qué se entiende por dolor generalizado?

 

En 1990 la Sociedad de Reumatología de Estados Unidos definió al “dolor generalizado” como aquél que se da en ambos lados del cuerpo, izquierdo y derecho, tanto por sobre como por debajo de la cintura, además de dolor esquelético axial, esto es, afectando la columna cervical, la parte anterior del tórax, la espina torácica o la parte baja de la espalda. Además, el paciente debe sentir este dolor en al menos 11 de 18 puntos predeterminados, denominados “puntos sensibles”, “tender points” en inglés, que son dolorosos a la palpación digital. Entre estos puntos podemos citar la base del cuello, el codo, la parte medial de las rodillas, próxima a la articulación y los glúteos.

 

¿Podría diagnosticarse como fibromialgia una condición que no lo sea?

 

En 2010, la Sociedad de Reumatología de Estados Unidos concluyó que para ser diagnosticado con fibromialgia, el paciente debe llenar tres condiciones:

 

a) Tener un índice de dolor generalizado de 7 (en escala de 0 a 19) e índice 5 en la escala de gravedad sintomática, (0-9 puntos) o índice de dolor entre 3 y 6, pero con escala de gravedad sintomática de 9 puntos.

 

b) Haber tenido estos síntomas en el mismo nivel por al menos tres meses.

 

c) No tener un desorden que pueda dar otra explicación al dolor. El equipo médico debe hacer un diagnóstico diferencial para descartar otras patologías que puedan ser consideradas como fibromialgia sin serlo, como polimialgia reumática, infecciones virales, artritis reumatoide en fase inicial, déficit severo de vitamina D, tumores cancerosos malignos, entre otros.

 

¿La fibromialgia tiene síntomas asociados?

 

Así es. Por ejemplo, fibromialgia puede provocar, “cansancio mental”, (foggy brain), que consiste en problemas de razonamiento y memoria; dolores de cabeza o jaquecas; hipersensibilidad a la luz, a los sonidos, olores y temperatura; colon y vejiga irritables; dolor pélvico; dolor de la articulación temporomandibular (la articulación entre el hueso temporal del cráneo y la mandíbula, responsable de la función masticatoria). También pueden presentarse mareos, parestesia (sensación de adormecimiento y hormigueo), pérdida de equilibrio e infecciones crónicas o recurrentes, como sinusitis o infección respiratoria alta, la que afecta al tracto respiratorio superior (nariz, senos nasales, laringe, faringe). Otros fenómenos que causan fatiga en el paciente son un sueño no reparador y el “síndrome de piernas inquietas”, que es básicamente sentir un dolor de piernas nocturno y movimientos involuntarios para tratar de aliviarlo, afecta más frecuentemente a personas de mediana edad y adultos mayores.

 

Si el médico tratante tiene la sospecha de que un paciente tiene fibromialgia, ¿a qué especialistas debe derivarlo para confirmar o desmentir este diagnóstico inicial?

 

Como los síntomas son tan variados, ya que no hay una causa especifica que desencadene la fibromialgia, a la vez que no puede diagnosticarse por medio de ningún método de laboratorio clínico, ni a través de exámenes de laboratorio, ni por radiografías u otros procedimientos patológicos, biopsia, por ejemplo, es necesario un enfoque multidisciplinario, que incluya informes de reumatólogo, internista, experto en medicina del dolor y también psiquiatra o psicólogo.

 

¿Cómo se trata la fibromialgia?

 

Con terapia no farmacológica y/o farmacológica. La terapia no farmacológica consiste en educar al paciente para mejorar su actual condición de vida. Hacer ejercicio de bajo impacto (aeróbico, nadar en piscina) en forma regular, terapia física y terapia cognitivo-conductual. Considerar además terapias que involucran mente y cuerpo, como yoga, tai-chi o qigong, meditación con respiración rítmica, terapias complementarias como masajes y acupuntura, trabajo creativo (arte, música, baile). En suma, fomentar la capacidad propia de cada individuo de recuperarse física y emocionalmente luego de un efecto contrario, traumático o nocivo.

 

La terapia farmacológica considera antidepresivos tricíclicos como amitriptilina y ciclobenzaprina; inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina, como duloxetina y milnacipran; inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (no hay claridad respecto a cuáles, hay información contradictoria); y agentes antiepilépticos.

 

Por el doctor Fernando A. Rivera, de la Clínica Mayo de Jacksonville, Florida, Miami, Estados Unidos.

 

 

 

Fuente: EntreMujeres

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