Ayer saltó por sorpresa la primera actualización tras la llegada de iOS 8, iOS 8.0.1. Ocupaba menos de 100 MB, únicamente era un pequeño parche para solucionar algunos bugs, la historia de siempre. Una hora y treinta y siete minutos después de liberarla, Apple la retiró y dejó de firmarla para que incluso quien ya la había descargado no pudiese instalarla.
Empezó la pesadilla. Los poseedores de un iPhone 6 o 6 Plus vieron cómo tras instalar iOS 8.0.1 sus terminales se quedaban sin cobertura y Touch ID dejaba de funcionarles. Tras eso parecía una anécdota el otro «fallo»: el globo con la notificación de la actualización en Ajustes no desaparecía tras actualizar. No eran casos aislados, era algo generalizado. Tanto que Apple tuvo que actuar rápidamente. No sólo eliminando la actualización (tarde para muchos), sino pidiendo disculpas y publicando una guía para volver a la normalidad con iOS 8.
Ayer me pronuncié con la historia de los iPhone 6 doblados, y hoy vuelvo a hacerlo con iOS 8.0.1. Me encanta lo nuevo que ha presentado Apple tanto en hardware como en software, pero si ayer cometió el mayor error que se le recuerda dejando a muchos usuarios sin teléfono, no pienso fingir que todo va bien. Si alguien tiene que decirlo, seré yo: esto es grave. No han pasado ni veinticuatro horas y ya se está avisando de los supuestos primeros despidos en Apple a causa del error de ayer.