Diluvio sobre Houston

Diluvio sobre Houston

Estados Unidos deberá prepararse para hacerles frente a más fenómenos climáticos como Harvey.

 

 

 

Por causa de una desafortunada conjunción de factores atmosféricos, el que parecía ser un huracán más de la temporada anual terminó causando el que ya empieza a ser catalogado como uno de los mayores desastres naturales en la historia reciente de Estados Unidos. Es también el primer evento catastrófico que enfrentará la administración de Donald Trump.

 

Y es que a las lluvias, propias de un fenómeno como el huracán Harvey, luego tormenta tropical, se sumaron el calentamiento de las aguas del Golfo de México, la alta humedad y la ausencia de corrientes de vientos que hubiesen ayudado a que Harvey se desplazara mar adentro.

 

 

 

Esta suma dio como resultado lluvias torrenciales sobre la cuarta ciudad del país del Norte y epicentro de la infraestructura energética de la principal potencia mundial. Los aguaceros no cesan: se prevé que duren varios días más. El puerto y los aeropuertos de la ciudad cerraron o restringieron al máximo sus operaciones, mientras que las refinerías también suspendieron su producción, lo cual ya impactó el precio de la gasolina.

 

 

 

En vastas zonas de la ciudad el nivel del agua ha alcanzado alturas de un metro o más. Esto ha obligado a sus habitantes a buscar refugio en los tejados, situación que ha dado pie a escenas que revivieron la pesadilla del huracán Katrina, aquel que en 2005 devastó Nueva Orleans. Más de seis millones de personas sentirán el rigor del fenómeno climático, de las cuales se espera que por lo menos 30.000 sean evacuadas hacia albergues provisionales. Ya son ocho las víctimas fatales.

 

 

 

La lamentable tragedia tiene que llevar a una reflexión urgente sobre lo que se debe hacer para que estos fenómenos no sean cada vez más devastadores

 

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Mientras se registran dramáticas imágenes de personas desesperadas en sus techos, pues los equipos de socorro –reforzados con unidades de la Guardia Nacional– no dan abasto, expertos comienzan a hacer los cálculos de la reconstrucción. Es imposible, a estas alturas, tener ya un total. De lo que sí hay certeza es de que será larga y demandará recursos cuyo origen es todo un interrogante para un gobierno federal que hoy vive con la sombra de la parálisis por falta de financiación, y cuyas dependencias encargadas del alivio de desastres afrontan días de vacas flacas.

 

 

 

Todo este lamentable cuadro tiene lugar poco después de la decisión de Donald Trump de retirar a su país del Acuerdo de París. Si bien no hay evidencia científica de que por causa del cambio climático ocasionado por el hombre tengan lugar más eventos de este tipo, sí existe consenso respecto a que la intensidad de los mismos tiende a aumentar. En el caso de marras, la explicación podría tener que ver con el mencionado aumento de la temperatura de las aguas del Golfo de México.

 

 

 

En este orden de ideas, es claro que Estados Unidos deberá prepararse para hacerles frente a más fenómenos climáticos como Harvey en sus ciudades costeras. Una perspectiva que debería ser suficiente para que el magnate reflexione y se sume, por el bien de su gente, por su propio bien, al esfuerzo por hacer el tránsito a fuentes de energía y estilos de vida sostenibles.

 

 

 

Mientras se hacen votos por que esta pesadilla cese y se envían mensajes de solidaridad a los damnificados, el mundo espera que la tragedia conduzca a una reflexión urgente.

 

 

 editorial@eltiempo.com

 

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