La presidenta brasileña quiere evitar los abucheos en el estadio de Maracaná, después de que perdiera 27 puntos desde el pasado 10 de junio
El palco principal de la final de Copa de las Confederaciones, en el estadio de Maracan, no recibirá este domingo su presencia más importante. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, desistió de participar de la esperada final España-Brasil, para evitar de un abucheo que pueda dañar aún más su popularidad, que se ha desplomado 27 puntos tras dos semanas de protestas que han llevado a millones de brasileños a manifestarse contra la gestión de su Gobierno, en varias ciudades del país.
En los alrededores del estadio de Maracaná, la Policía espera una gran manifestación contra los gastos y privatizaciones de los estadios, con motivo de la Copa de Confederaciones, y contra la FIFA, como se ha repetido en todos los juegos de ese campeonato en todas las ciudades sede. También protestan contra la expulsión de indígenas, quienes fueron retirados a la fuerza antes de la inauguración del evento. Los organizadores de la protesta de este domingo esperan más de 100 mil personas, que deben llegar al estadio desde 10 puntos de concentración diferentes. Por lo menos 10 mil efectivos policiales controlarán la seguridad de la final internacional del torneo de fútbol.
Rousseff corre el riesgo de ser abucheada en el estadio, como ocurrió en la inauguración, en un momento en el que las protestas aún no habían alcanzado su auge. Una encuesta del Instituto Datafolha, recién publicada, muestra que Rousseff perdió 27 puntos desde el pasado 10 de junio, y que su popularidad se desplomó de un 57% a un 30%. En marzo, su mejor momento, Rousseff tenía más que el doble que ahora. Es decir: un 65%.
La caída de Rousseff es la mayor sufrida, en tan corto intervalo de tiempo, por un presidente desde 1990. Momento en el que el exmandatario Fernando Collor de Mello perdió 35 puntos, después de confiscar los ahorros de los brasileños. Es la situación más delicada de la gestión Rousseff y una de los más complicadas de la década del Partido de los Trabajadores (PT) en el Gobierno.
Fuente ABC