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Diez minutos, media hora o más, ¿cuánto debería durar la siesta ideal?

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Diez minutos, media hora o más, ¿cuánto debería durar la siesta ideal?

No sólo es un hábito o -quizás para algunos- una mala costumbre. Los expertos afirman que dormir a media tarde tiene un objetivo claro. Conócelo aquí.

 

 

Día domingo después de un contundente almuerzo: el escenario ideal para tenderse en un lugar cómodo a dormir una agradable siesta. Para algunas personas, 10 minutos son perfectos, en tanto que otras sienten que menos de una hora no es suficiente. ¿Quién tiene la razón?

 

 

Antes de responderlo es importante saber que las siestas son necesarias. «Desde el punto de vista de nuestro reloj biológico, nosotros estamos programados como humanos para dormir siestas», señala el neurólogo Walter Avdaloff, director del Instituto del Sueño Neurodiagnos. En este sentido, el experto explica que existen las denominadas «ventanas fisiológicas del sueño», que en otras palabras son momentos en que las personas tienen mayor propensión a quedarse dormidas. «Esas ventanas ocurren dos veces al día: en la noche, en torno a las 12 de la noche, y en el día, cerca de las 2 de la tarde», agrega.

 

 

De esta manera, las siestas se ubicarían en esta segunda «ventana fisiológica», con un claro objetivo: «lograr una recuperación de las energías y del descanso, para poder tener una jornada de trabajo más extensa en la tarde».

 

 

Sin embargo -sostiene el especialista-, en la actualidad el hábito de dormir a media tarde ha dejado de tener una connotación positiva producto de la globalización de las actividades. «Antiguamente, se dormía siesta como una cosa absolutamente rutinaria, y el comercio e incluso las actividades escolares tenían dos jornadas (…) La gente se iba a su casa, almorzaba y dormía siesta», recuerda. Algo que difícilmente podría replicarse hoy en día debido a la extensión de las ciudades, a no ser de que las oficinas habilitaran lugares para ello o se establecieran «siestarios», iniciativas que ya se han concretado en algunas capitales como Buenos Aires, París y Santiago de Chile, pero con costo.

 

 

Walter Avdaloff también resalta que, como el objetivo principal de las siestas es la recuperación, no es recomendable que una persona «se obligue» a dormir. «La siesta sólo se duerme si la persona está cansada y la necesita. Por lo tanto, si alguien no está cansado, se siente bien y quiere dormir siesta a la fuerza, no es aconsejable», indica.

 

 

Asimismo, es importante tener en cuenta que para algunas personas no son recomendables las siestas. Es el caso de los adultos mayores, a quienes dormir a media tarde podría perjudicar su sueño nocturno que muchas veces ya está afectado por las patologías del sueño propia de la edad, como las apneas o síndrome de piernas inquietas.

 

 

La duración ideal

 

Hace algunas semanas «The Wall Street Journal» publicó un artículo titulado «The perfect nap» («La siesta perfecta»), en el que Sara Mednick, profesora asistente de psicología en la Universidad de California, señaló que la duración ideal de una siesta, está en directa relación con lo que cada persona necesita. Así, distinguía tres categorías:

 

1.- Para un golpe rápido de energía: 10 a 20 minutos.

 

2.- Para mejorar la memoria cognitiva (recordar datos, lugares, rostros, etc.): 60 minutos.

 

3.- Para la creatividad y la memoria emocional: 90 minutos, los que equivalen a un ciclo completo de sueño.

 

Por su parte, Illene Rosen, sostuvo que por lo general hablar de «10 a 20 minutos de siesta es en realidad un tiempo óptimo en términos de relación precio-calidad».

 

Para Walter Avdaloff es un poco más. «La siesta no debería ser de más de 30 minutos de duración. Esas siestas de dos horas no son recomendables», manifiesta, y explica que el peligro de aquellas muy extensas es que provocan dolor de cabeza, decaimiento, y la persona se siente «embotada y lentificada». «Con 30 o 45 minutos se logra perfectamente el efecto de recuperación», reitera.

 

Y para evitar caer en los brazos de Morfeo por mucho tiempo, el neurólogo recomienda poner un despertador. Otras opciones son:

 

– Dormirse con un objeto en la mano, para que después de cierta cantidad de minutos desde que la persona se quedó dormida, éste caiga y la despierte.

 

– Tomarse una taza de café justo antes de comenzar la siesta, ya que la cafeína no influirá en un descanso corto, pero sí ayudará a disminuir los efectos de la denominada «inercia del sueño», esa especie de «borrachera» que algunas personas sienten después de la siesta.

 

– Dormir en posición semisentada, lo cual ayuda a que el despertar sea más fácil, ya que no se cae en un sueño profundo.

 

Fuente: http://www.emol.com

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