La migración venezolana equivale a casi una vez y media la población del área metropolitana de Caracas. Si se tratara de una película de ciencia ficción, pero con visos de realidad, un viajante desprevenido que aterrizó en Maiquetía y se las arregló para desplazarse hasta la urbe capital se encontraría con un paisaje de edificios, casas y calles sin un solo habitante en un montón de kilómetros a la redonda, como si se hubiera producido una catástrofe inconcebible. La cifra actualizada de la migración venezolana, aportada por el Observatorio de la Diáspora Venezolana (ODV), es de 8,9 millones de personas, que representa 27% de la población del país.
La Organización Internacional para las Migraciones registra 7,8 millones de personas -la referencia más al uso- de una muestra que abarca entre 17 y 23 países. ODV acumula datos de la presencia de venezolanos migrantes en 450 ciudades de 91 países. La ODV, de acuerdo a su sitio web lleva 14 años dedicados a «facilitar la integración, el análisis y desarrollo de estrategias y programas que fortalezcan a la comunidad venezolana en el exterior». Un trabajo paciente y minucioso que les ha permitido saber, entre otras cosas, de la existencia de más de 1.300 organizaciones de venezolanos en el mundo en actividades que van desde el humor hasta emprendimientos de todo tipo: o que hay compatriotas viviendo en 1.020 municipios de Brasil.
Detrás de ese movimiento incesante de gentes, está Venezuela, un país en crisis perenne por el deterioro institucional y político, la quiebra económica y la miseria social invencible que ha provocado este éxodo monumental, nunca visto en la historia republicana de la nación. La ODV, con las causas de esa migración presentes, ofrece un nuevo mapa de la geografía venezolana, de fronteras extendidas, cuyos contornos mueven esa ciudad de venezolanos por el planeta.
Junto con una serie de organizaciones tanto dentro como fuera de Venezuela y un conjunto de consultores, y el apoyo de la organización bipartidista estadounidense Víctimas del Comunismo, la ODV realizó entre el 27 septiembre y el 15 diciembre del año pasado el estudio Diáspora, política y participación, que consistió en la realización de un cuestionario web respondido por una muestra de 1.021 migrantes, todos ellos mayores de 18 años de edad. El tipo de muestreo fue aleatorio simple sobre bases de datos verificadas.
El estudio ofrece datos reveladores de la diáspora venezolana: 60,9% proviene de Caracas – la ciencia ficción no es tan ficción- (39,5 de Miranda y 21,4 del Distrito Capital); luego Carabobo (6,9%), Zulia /4,8%), Lara (4 %) y Anzoátegui (3,8%). La mitad de la migración está en los rangos de edades de los 21 a 54 años y tiene, en su mayoría, rostro de mujer (56,5%). Casi la mitad (48,5% posee estudios de posgrado, 74% está trabajando y 49,4% trabaja en su área de formación; 74% tiene hijos. Una proporción muy alta (87,6%) tiene familiares directos en Venezuela: esa realidad por tanto viaja y se comunica con el migrante en cualquier parte del mundo.
En términos electorales, que es el gran asunto venezolano este año y cada vez más próximo, 6 millones (6.000.000) de venezolanos de la diáspora son mayores de 18 años, es decir,están en la edad para votar. Sin embargo, solo 26% tiene actualizado su registro electoral con su residencia actual; 52% tiene su pasaporte vencido y de esa manera, según un procedimiento arbitrario del gobierno venezolano, se le niega el derecho a ejercer el voto. Actualizar el pasaporte es un gasto excesivo (hasta 300 o más dólares), lo que dificultó la inscripción electoral de venezolanos en el exterior, además de los tiempos extremadamente breves que se otorgaron para concretarlo: en algunos consulados de apenas una semana y en horarios reducidos. En Estados Unidos, donde hay una amplia población migrante venezolana, los consulados no están operativos por las tensiones diplomáticas entre un país y otro. En fin, tan solo 70.000 venezolanos podrán sufragar en el exterior el 28 de julio.
Cerca de un tercio de los consultados sabe o tiene noticias de que familiares o amigos en Venezuela tienen intención de emigrar en el corto plazo. De manera que la diáspora de venezolanos seguirá creciendo. Es posible aventurar que el desenlace del 28J ofrecerá más o menos razones para la permanencia en el país o el éxodo. La recuperación democrática del país es también un anhelo de los que tuvieron que irse.
Editorial de El Nacional