Un par de gestos ocurridos durante los actos previos al servicio funerario del fallecido presidente de la República, Hugo Chávez, llamaron la atención de los corresponsales destacados en Caracas. Los dos gestos tienen un origen en común aunque sus motivos son ética y políticamente diferentes.
Se trata de las presidentes de Argentina y Brasil que abandonaron el país antes de cumplirse las exequias oficiales. Desde luego esto levantó sospechas y dio inicio a una serie de rumores que sólo el paso del tiempo aclarará suficientemente.
Según el reputado diario argentino La Nación, la mandataria Cristina Kirchner habría asegurado que su médico «le prohibió permanecer en Venezuela por su hipotensión crónica», de manera que regresó el jueves por la noche.
Su sorpresivo retorno a Argentina le habría evitado un encuentro con el presidente de la República Islámica de Irán, Mahmud Ahmadineyad.
Una foto de Cristina abrazadita con ese osito de peluche que es el mandatario iraní, entre cuyos ministros y colaboradores se encuentran los presuntos autores del sangriento ataque terrorista contra la AMIA, la mutual ligada a la comunidad judía argentina, hubiera sido políticamente devastadora para la señora Kirchner que (todo hay que reconocerlo) ha puesto de moda la «hipotensión crónica» en los círculos diplomáticos. Debería patentar la frase.
La presidenta Dilma Rousseff, por su parte, tampoco estuvo presente en el acto final de los honores rendidos al fallecido presidente Chávez.
Prefirió tomar el avión presidencial y regresar a su país para no pasar por el mal rato de saludar el presidente de la República Islámica de Irán, Mahmud Ahmadineyad, a quien no le profesa simpatía alguna.
Hay que reconocer que la señora Dilma Rousseff es una mujer de principios, curtida en las luchas por los derechos humanos y en especial de las mujeres de su país y del mundo.
Abrazar a Ahmadineyad y al mismo tiempo no recordar que este señor es partidario de lapidar hasta producir la muerte a una mujer por, presuntamente, haber cometido adulterio, le debe producir asco y rabia.
Recordemos, para agregarle más carne al asador, que esta semana se ha celebrado el Día Internacional de la Mujer y que las organizaciones que luchan en defensa de las mujeres no han salido a las calles a celebrar sino a protestar por las condiciones en que viven.
Un despacho de prensa de la agencia española Efe recogía y enumeraba alguno de esos reclamos: «Acciones concretas contra la violencia machista, la desigualdad de género y las brechas que prevalecen en el sector laboral con relación a los hombres».
La agencia Efe citaba cifras de Brasil donde se registran «al menos 240 casos de algún tipo de agresión contra mujeres cada día.
La ministra de Políticas para la Mujer, Eleonora Menicucci, indicó que 28% de las denuncias fueron referidas a casos de violencia psicológica, seguidas por las agresiones morales (12%) y sexuales (2%)».
Fuente: Editorial de El Nacional