La última vez que lo vieron aparecer por el hospital corría el año 2005. Ha llovido desde que Salvatore Scumace, empleado del hospital Pugliese Ciaccio, en la sureña ciudad italiana de Catanzaro, colgara la bata y se limitara a recibir su sueldo. En total, más de medio millón de euros, a razón de unos 2.000 euros al mes.
Una extensa investigación policial ha terminado con la detención de Scumace, de 66 años, y ha puesto bajo la lupa una trama de absentismo laboral en el sector público en la que están envueltos también seis altos cargos del hospital.
A Scumace se le acusa de fraude, extorsión y abuso de poder, según la agencia Ansa. También ha sido acusado de amenazar a una directiva del hospital para que no presentara un informe disciplinario en su contra. La mujer se jubiló y su sucesor ignoró la ausencia del empleado.
El caso, que ha desatado gran revuelo en Italia, recuerda al del valenciano al que en 2017 se conocía como «el hombre que nunca estuvo allí». A Carles Recio lo bautizaron así los trabajadores del fondo de documentación del Archivo General y Fotográfico de la Diputación de Valencia. Utilizaban el título de la película de los hermanos Coen para referirse al jefe de la Unidad de Actuación Bibliográfica que fue nombrado a dedo en 2006 y que estuvo 10 años sin desarrollar ningún trabajo.
Recio fue destinado al Archivo provincial el 7 de marzo de 2006 con un puesto de trabajo de nueva creación como jefe de unidad, según se aprecia en el decreto 01378 que emitió el por entonces presidente de la Diputación de Valencia, Fernando Giner. Desde que fue nombrado, Recio nunca tuvo mesa ni ordenador ni ninguna tarea funcional en el equipo de los investigadores del Archivo.
El funcionario acudía todos los días al Archivo y fichaba con su huella dactilar la entrada a las 7.30 de la mañana, se marchaba y después entre las 15.30 y las 16.00, volvía a fichar su salida.
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