Mañana, Venezuela se enfrenta a un evento crítico: el referéndum consultivo no vinculante sobre el Esequibo, impulsado por el régimen de Nicolás Maduro. Si bien podría parecer un ejercicio legítimo de soberanía, es crucial comprender que el objetivo real detrás de esta maniobra no es tan «patriótico».
Diversos analistas y columnistas de El Nacional han alertado sobre el uso estratégico de los resultados del referéndum para justificar acciones represivas y decretar un estado de excepción que le permita al régimen posponer la elección presidencial del próximo año. La manipulación de los resultados le dará a Maduro carta blanca para acusar de traición a la patria a quien critique las medidas que tomará basado en la supuesta mayoría que votó «5 veces sí» el domingo 3 de diciembre.
Si bien la participación electoral puede parecer mayoritaria, gracias al CNE controlado por el madurismo y las amenazas que en los últimos días han sido denunciadas en las redes sociales, es importante recordar que 8 de cada 10 venezolanos desean un cambio en la dirección del país.
Este panorama, entonces, plantea un dilema a la comunidad internacional. Por un lado, Washington ha expresado repetidamente su apoyo a la restauración de la democracia en Venezuela. Pero debe ser muy cuidadoso en su respuesta para no alimentar la narrativa de Maduro sobre la «injerencia imperialista» de Estados Unidos en asuntos internos de los venezolanos. Por lo tanto, la Casa Blanca debe navegar con mucha cautela entre la defensa de los principios democráticos y la administración de acciones que puedan ser percibidas como intervencionistas.
En este contexto, las elecciones presidenciales de 2024 se perfilan no solo como un suceso político clave, sino también como un posible punto de inflexión en las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos. La forma como Maduro maneje el período preelectoral y cómo responda la administración Biden a sus acciones con las sanciones económicas determinará el futuro de estas relaciones bilaterales.
Es entonces crucial no perder de vista los verdaderos desafíos que se avecinan. Las acciones de Maduro, especialmente en el contexto de una supuesta victoria abrumadora en el referéndum, representan una amenaza mucho mayor para la estabilidad política y las relaciones internacionales que cualquier incumplimiento del acuerdo de Barbados. A medida que nos acercamos al escenario de las elecciones de 2024, la comunidad internacional debe permanecer vigilante y comprometida para lograr una Venezuela democrática y libre.
Editorial de El Nacional