Al principio, Khadija no prestó atención a las advertencias de su madre sobre la organización terrorista y se sintió feliz por el poder y la autoridad que tenía. Pero eventualmente, empezó a cuestionar sus acciones y los principios del ISIS. «Me asusté, me asusté de mi situación. Incluso me empecé a asustar de mí misma», detalló.
«¿QUÉ ME OCURRIÓ? ¿QUÉ ME OCURRIÓ EN LA MENTE QUE VINE AQUÍ?»
Este sentimiento sólo incrementó una vez que vio en internet la fotografía de un niño de 16 años que, acusado de violación, había sido crucificado y cuando un hombre fue decapitado en frente de ella. Además, notó que los combatientes, especialmente los extranjeros, maltrataban sexualmente a sus nuevas esposas y que incluso muchas terminaban en el hospital.
Una vez que su comandante la presionó para que se casara, Khadija decidió desertar. «En este punto, dije basta. Luego de todo lo que había visto y todas las veces que me había quedado callada, diciéndome a mí misma ‘Estamos en guerra. Una vez que termine todo será rectificado’. Tras esto, decidí que no, que debía irme», detalló. Unos pocos días antes del inicio de los bombardeos, contrabandistas le hicieron atravesar la frontera hacia Turquía, pero su familia permaneció en Siria.
Khajiba, adaptándose a la vida fuera del Estado Islámico, aún utiliza su niqab y no comprende cómo la sociedad permitió el crecimiento del ISIS. «Quiero ser una chica feliz, que ama la vida y la risa, que ama viajar, dibujar, caminar en la calle con auriculares escuchando música sin que le importe lo que cualquiera piense. Quiero ser así otra vez».
Fuente: Infobae