El argentino Juan Martín del Potro arribó a Nueva York en busca de su segundo título del US Open, con sólo cuatro raquetas en su bolso, un tenis de alto nivel que le permite soñar en grande, y la bendición de su paisano el Papa Francisco para acometer la empresa.
Sexto preclasificado en el Abierto estadounidense de 2013, Del Potro asegura llegar con mucha confianza a esta cita después de una temporada de 34 victorias y 11 derrotas, dos títulos en pistas duras como las de Flushing Meadows, la final del Másters 1000 de Indian Wells y las semifinales de Wimbledon.
Y todo eso lo ha conseguido con las mismas raquetas que utilizó cuando ganó el Abierto de 2009, derrotando en la final al suizo Roger Federer, el entonces imbatible número uno que había ganado los cinco últimos torneos neoyorquinos de forma consecutiva.
La curiosa historia del argentino y sus raquetas fue ventilada en la previa del US Open por varios medios de prensa. Según revelaron personas de su entorno, Del Potro es el único jugador del ‘Top 10’ que no tiene contrato vigente con ninguna firma de raquetas.
Desde que saltó al circuito profesional en 2005, el argentino ha jugado con raquetas Wilson, pero este año decidió no renovar convenio con esa marca porque no se sintió cómodo con el nuevo modelo de raqueta que la firma lanzó al mercado.
«La raqueta es mi arma de trabajo. No la cambio. Me siento muy cómodo con mis raquetas, y creo que eso es fundamental», reveló Del Potro al portal ESPNtenis.com.
«Mientras esté jugando de esta manera, haciéndolo bien y con confianza, es difícil hacer un cambio», aseguró el argentino, quien según cálculos de especialistas, está renunciando a alrededor de un millón de dólares anuales en contratos publicitarios con cualquier compañía de implementos deportivos.
Para Del Potro, en este punto de su carrera el dinero colateral es menos importante que la gloria de ganar un US Open. No quiere arriesgar, y se apega al viejo refrán de «es mejor malo conocido, que bueno por conocer».
El argentino jugará en Flushing Meadows con las mismas raquetas Wilson K Factor Six-One 95 que le llevaron al triunfo hace cuatro años.
Entre esfuerzo y bendiciones
En su más reciente aparición en un Gran Slam, Del Potro perdió las semifinales en Wimbledon contra Novak Djokovic, en un disputado encuentro que terminó 7-5, 4-6, 7-6 (7/2), 6-7 (6/8), 6-3 después de cuatro horas y 43 minutos, en su partido más largo de Gran Slam desde su título del Abierto de Estados Unidos.
«Jugué un buen partido con el número uno en el mundo. Hay muchas cosas buenas a tomar de ese encuentro», señaló.
El tandilense, que cumplirá 25 años el 23 de septiembre (una semana después de terminado el Abierto), debuta en primera ronda enfrentando al español Guillermo García López (73º ATP) en un duelo inédito en el circuito ATP, aunque ya se enfrentaron en una ocasión en el torneo Challenger de París en 2007, con victoria para el argentino.
Su camino a la final está plagado de pedruscos que parecen meteoritos, pues podría enfrentarse a Djokovic en los cuartos de final y en semifinales tendría un tope potencial con Andy Murray, el campeón del pasado año y monarca de Wimbledon este año.
Pese a sus grandes logros este año en la cancha, el momento que más recuerda Del Potro lo vivió en mayo pasado, cuando se encontró con el Papa Francisco después de asistir a una misa en el Vaticano.
«Fue una de las mejores experiencias de mi vida. Un momento muy especial para mí. Soy muy católico. Fue un gran momento que nunca olvidaré», expresó cuando le preguntaron sobre el tema.
«Hubo un momento en el que estaba hablando a todos nosotros, a toda su audiencia, y volvió su rostro, me vio y levantó el pulgar», dijo Del Potro.
«Él me reconoció y eso me sorprendió. Hablamos durante unos segundos. Me dijo que él sabía yo estaba jugando en el torneo de Roma, me bendijo y me deseó lo mejor», recordó.
Del Potro le regaló al Papa una de las viejas raquetas que usó durante su triunfal recorrido en el Abierto estadounidense de 2009. Es por eso que, con las otras cuatro bendecidas, confía en poder concretar el milagro de caminar sobre las aguas turbulentas de Flushing Meadows hasta su segundo título del US Open.
Fuente: Agencias