El gobierno de Rusia se encargó de anunciar por todos los medios posibles su opinión sobre la extradición de Alex Saab. De acuerdo con el Kremlin, esta acción se puede leer como un torpedo dirigido hacia la mesa de negociaciones que se realizan en México.
Probablemente haya entonces que esperar otro comunicado similar en el que hablarán de otro golpe a la buena voluntad chavista para “la paz” con la captura en Madrid de Hugo Carvajal, ex jefe de inteligencia de Chávez.
Pero lo que debe entender el gobierno ruso y el mundo entero es que los procesos judiciales que abren tribunales en Estados Unidos sobre delitos que se cometen en ese país nada tienen que ver con la Casa Blanca o con el Departamento de Estado, responsable de la política exterior de la gestión de Joe Biden. Y, de paso, que ni siquiera están participando en las reuniones promovidas por Noruega.
En Estados Unidos existe la separación de poderes y la administración de justicia es completamente independiente. Si un departamento como la Administración para el Control de Drogas tiene alguna evidencia contra una persona, por más que sea una instancia del Estado, no tiene que pedirle permiso al Ejecutivo para actuar.
Lo anterior quiere decir que lo de Carvajal es un proceso que goza de toda la independencia de un país democrático. Pero lo mismo el asunto de Alex Saab, por el que Rusia considera que se torpedean las negociaciones entre el gobierno de Maduro y la oposición.
Nada de eso es cierto. Lo que sucede es que los temas pendientes que tienen estos dos personajes con los tribunales estadounidenses son serios. Hay testigos, pruebas y demás que los señalan de delitos muy graves y, como debe ocurrir, deben enfrentar los cargos. Claro que tendrán derecho a la defensa, pues en ese país sí se garantiza el debido proceso.
Ocurre más o menos como con las sanciones que los personeros de la administración chavista tratan por todos los medios de quitarse de encima con esas conversaciones en México. Son medidas, estas sí, tomadas por el gobierno de Estados Unidos, pero sobre la base de evidencias que vinculan a los sancionados con ciertos delitos, como la violación de los derechos humanos. Son a título personal y no contra Venezuela.
Lo que pone nervioso a los rusos (no se sabe por qué) y a muchas otras renombradas figuras del chavomadurismo es que tanto Saab como Carvajal tienen muchas cosas que contar, y quizás alguna que otra que les sirva para negociar mejores tratos con la justicia estadounidense. Pero hay que insistir, saquen ese tema de la mesa porque no tiene nada que ver con política y sí mucho con criminalidad.
Foto: Europa Press