Muchos chavistas «uña en el rabo», marxistas radicales, y teóricos solemnes del abortado Socialismo del Siglo XXI tienen razones de sobra, desde sus respectivos puntos de vista, para estar descontentos con Nicolás Maduro, pues como ha dicho Heinz Dieterich, la «evolución» de la revolución, desde la muerte del Comandante, los ha desdibujado por completo, ya que al parecer no se trata de la construcción del Hombre Nuevo sino de saciar Hambres Viejas a cualquier precio…
Ya Manuel Malaver lo expuso con claridad en su artículo «La guerra económica de Maduro terminó promoviendo el consumismo»: estos genios de la economía lo único que han logrado al tratar de acabar con los “precios injustos”, es terminar de destruir la producción y el comercio de bienes y servicios. A la vez que han promovido hasta el paroxismo la gula consumista.
Sin embargo, lo que muchos olvidan es que esta locura saudita no comenzó con Maduro. Tampoco con Chávez, pero éste último fue quien la llevó a los niveles estratosféricos que ahora alcanza el gasto improductivo y suntuario de la jerarquía dispendiosa que nos gobierna.
Recordemos. Aló Presidente, 2005: «Hay que inventar un nuevo socialismo», dijo Chávez. «Si Cristo viviera aquí y estuviera aquí, fuera (sic) socialista (…) Cristo era socialista, estoy absolutamente seguro (…) Nosotros no queremos ser ricos, acuérdense de Cristo».
Sin embargo, el diputado Berrizbeitia, de Proyecto Venezuela, le sacó en ese momento algunas cuenticas al fallecido presidente proletario: en 402 días de viajes en 176 salidas al exterior durante su gobierno (hasta ese año), el líder intergaláctico había gastado un promedio de ¡218 millones de bolívares fuertes diarios, equivalentes a cuatro sueldos mínimos por segundo!
Con esta misma rapacidad, el gobierno de Maduro ha continuado el gasto sin ningún tipo de controles. Hoteles, viáticos, pasajes, dólares y euros a montón abundan para familiares y amigos del régimen. Apenas unos pocos son detectados en las aduanas de los países serios.
En su discurso de toma de posesión en el 2007, Chávez expresó: «Cristo (…) incluso más que socialista, era un comunista auténtico, antiimperialista, enemigo de la oligarquía, enemigo de las élites del poder».
La pregunta entonces para el chavista de a pie es: ¿Fue esto lo que quiso para los pobres su Comandante? ¿Permitirles un saqueo controlado de vez en cuando mientras pasan penurias para conseguir los productos básicos, y mientras tanto las cúpulas podridas o las élites enchufadas terminan de saquear el tesoro nacional?
«Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras». Y eso que aún no hemos llegado al llegadero…
Fuente: EDC