Vivir en un edificio de departamentos tiene ventajas y desventajas. Las ventajas radican sobre todo en que son fáciles de limpiar, son prácticos y te permiten vivir cerca del barullo citadino; por otro lado, sus desventajas incluyen tener que convivir demasiado cerca del barullo cotidiano de tus vecinos. Las paredes pueden ser delgadas a veces, y a través de las ventanas indiscretas, somos testigos de muchos momentos en la vida diaria de los otros. Esto incluye, naturalmente, el aspecto sexual.
¿Cuál es la etiqueta sexual a seguirse cuando uno vive en un edificio? ¿Cómo llevar las negociaciones en caso de que tengamos vecinos demasiado ruidosos para tener sexo, o en caso de que los ruidosos seamos nosotros?
La vida en sociedad siempre tiene altibajos, pero puede que no haya situación más incómoda que ser abordado por tus vecinos pidiéndote que “bajes un poco el volumen” durante la noche. En algunos medios, este asunto se ha abordado desde la óptica del vecino incómodo, del que te escucha gritar como si tus cuerdas vocales fueran las de una diva de la ópera. Emily Yoffe recomienda, por ejemplo, encarar directa y civilizadamente a los vecinos ruidosos para pedirles “un poco de prudencia“.
Por otro lado, Philip Galanes cuenta que recibió una nota de un vecino donde le informaba que “las paredes de nuestro edificio son muy angostas, y solicitaba amablemente tener eso en cuenta durante la intimidad.”
Ya sea que nosotros seamos los ruidosos o que nuestros vecinos necesiten hacer ruido cuando tienen intimidad, la cuestión de fondo es que “el ruido sexual” es percibido como algo que tiene que negociarse y discutirse –algo semejante a un problema de plomería o electricidad que requiere la intervención de todo el edificio. Pero la vida sexual no se deja fiscalizar de esa forma, y hacer ruido (o no hacerlo) durante el sexo es perfectamente natural, aunque a los demás les parezca molesto.
Es probable que si alguien grita demasiado durante el sexo, no necesite que le digan que es ruidosx. Probablemente ya lo sabe y no le importa; tal vez, de hecho, gritar le parezca excitante –o a su pareja. ¿Quiénes somos nosotros para decidir sobre los decibeles reglamentarios en las relaciones sexuales de los demás?
Existen muchas otras fuentes de ruido en los edificios: bebés llorones en la madrugada o perros irritables, música molesta o fiestas interminables en días de oficina. ¿En realidad hacer ruido durante el sexo puede compararse a esas otras molestias, mucho más frecuentes y azarosas? A menos que tus vecinos tengan un estudio de filmación, es poco probable que sea necesario confrontarlos directamente acerca de su volumen. El sexo con consentimiento entre adultos responsables en la privacidad de su apartamento no es asunto de nadie más que de ellos.
Aquí una selección de notas de vecinos tratando de abordar el tema de los decibeles.
Fuente: ASex