El ambiente electoral, aunque no se siente como en otras ocasiones, tiene alebrestado a más de uno, y si se trata de un gallito de pelea, mucho más. El Partido Comunista de Venezuela ha creado una alianza para ir a las elecciones del 6 de diciembre pautadas por el tribunal supremo del régimen.
Dicen no estar de acuerdo con la política económica y social, pero no le retiran el apoyo al régimen rojo rojito, ¿será porque ambos usan el mismo color como símbolo? Que no crea el mandamás que lo van a dejar solo, ni mucho menos.
Desde que el comandante difunto afirmó que no era izquierdista y se desdijo meses después, los comunistas del gallito siguen la misma escuela. Deberían cambiar su emblema por una hermosa guabina nadando en el Orinoco.
La separación es solo electoral. Pero, en el fondo, si no le retiran el apoyo ¿a qué juegan? Pues a legitimar el llamado a comicios que se ha hecho para complacer a la cúpula de rojitos.
La cuenta que debe haber sacado el partido del gallito y para la que convencieron a otros grupitos muy minoritarios (pero entre los que se encuentra el originario MBR-200) es que si dan la idea de pluralidad partidista, las elecciones no serán tan mal vistas.
Nadie sabe lo que va a pasar con esos comicios, sobre todo porque el debate sigue prendido entre la oposición de si participar o no. Pero la tarjeta de votación no se verá tan vacía, porque además del Partido Socialista Unido de Venezuela estará la tarjetica de la Alternativa Popular Revolucionaria.
Los electores deben preguntarse desde ahora qué aporte ha hecho al país el Partido Comunista Venezolano en los últimos 20 años. Además de acompañar al fallecido en sus locuras y respaldar al sucesor, ni política ni socialmente han puesto ni un grano de arena. ¿Ahora fue que se dieron cuenta de que no pueden seguir apoyando la política social y la económica del régimen?
Que se dejen de cuentos. Todos los venezolanos saben lo que les encanta una comparsa y que lo que llevan puesto es una careta, pero no precisamente para protegerse del coronavirus. Cosas del comunismo.
Editorial de El Nacional
