Desde que Gustavo Petro comenzó su campaña por la presidencia de Colombia en su discurso se colaban ideas de una nueva manera de tratar la erradicación del cultivo de coca. Según cifras de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el área cultivada en el vecino país aumentó 43% en el año 2021. Así que el recién estrenado mandatario va a tener que empezar con sus planes lo más pronto posible si en realidad quiere obtener resultado en este asunto, como lo prometió.
De acuerdo con Petro, los colombianos siembran coca porque no tienen posibilidades de sembrar otras cosas que les den un rendimiento siquiera similar, y por eso él insiste en que lo que se debe es sustituir estos cultivos por verduras, frutas y cereales; con eso, pretende que no sea necesaria la guerra violenta que implica la producción ilegal y las fumigaciones aéreas con glifolato que al final dañan las tierras de los campesinos.
La ONU afirma que de 143.000 hectáreas sembradas de coca en 2020 se pasaron a 204.000 en 2021. Esto representa un importante incremento que parece que ha sido sostenido desde 2014, así que los expertos de la organización internacional pronostican que la proyección en el futuro seguirá la tendencia. Esto quiere decir que los narcos colombianos (y ahora algunos mexicanos) han sido capaces de aumentar las toneladas de su producto final, que es lo que inunda los mercados de todo el mundo.
El mismo informe indica que de un poco más de 1.000 toneladas en 2020 pasaron en un año a 1.400 que han salido para América y Europa. Esta es una de las principales causas de la violencia que se vive en el país vecino desde hace décadas y es un negocio en el que participan grupos de narcos, pero también es campo de la guerrilla y de los carteles mexicanos que están tratando de sacar su parte.
Los departamentos de Nariño y Putumayo, fronterizos con Ecuador, son la región con más narcocultivos: 89.266 hectáreas. El Catatumbo, una región vecina de Venezuela, sigue en la lista con 42.576, dice un despacho de la agencia AFP, y no sorprende, pues el territorio venezolano les da ventajas logísticas a los grupos que participan del narcotráfico, sean guerrilleros o no.
“Los cultivos industriales deben ser erradicados forzadamente. No hay con quién negociar una sustitución de esos cultivos. Lo que pasa es que no van a ser fumigados de manera aérea, lo cual vuelve más peligroso el problema para las personas que hacen la erradicación forzada y es un costo que debemos asumir. Pero la erradicación forzada continúa en los cultivos industriales que no son propiedad del campesinado”, aclaró Petro aprovechando la reunión que tuvo a principios de octubre con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y tanto ese país como los vecinos esperamos que sea cierto y que los planes del presidente de Colombia tengan éxito.
Es deseable que el año que viene por esta fecha la ONU informe de la reducción de las hectáreas cultivadas de coca, sean industriales o de pequeños productores, gracias a los nuevos planes, porque es un negocio que solo beneficia a los inescrupulosos que lo dirigen. Y en eso está mezclada lamentablemente Venezuela.
Editorial de El Nacional