El 15 de junio de 1667, el médico francés Jean-Baptiste Denys realiza la primera transfusión de sangre a un ser humano.
El paciente, un joven de 16 años, estaba en un alarmante estado de pesadez y presentaba fiebre extremadamente alta; síntomas que Denys atribuyó a un proceso de costumbre de la época llamado flebotomía, que consistía en desangrar a las personas para «curarlas» de algún mal.
Así pues, utilizando como cánulas plumas de aves, le transfundió al joven 9 onzas de sangre de oveja. Denys eligió sangre animal ya que la creía más pura que la de los humanos debido a las “irregularidades” alimenticias a las que los hombres se sometían abusando de alcohol y comidas nada sanas. Además, dentro de su razonamiento, si los seres humanos podían tomar leche animal y obtener nutrientes de ella, la sangre de oveja era segura para las transfusiones.
Tras realizar la transfusión, el joven paciente se quejó de sentir mucho calor en el brazo; sin embargo, el calor pasó y la transfusión fue todo un éxito; así Denys siguió realizando esta práctica.
Desafortunadamente, debido a la proporción de las demás transfusiones y la falta de conocimiento en ese entonces sobre transfusiones entre especies, las siguientes no fueron tan exitosas y algunos de los pacientes finalmente murieron.
Como tal, la práctica provocó una gran controversia en Francia y finalmente, en 1670, fue prohibida. No obstante, Denys impuso la base para el procedimiento elemental conocido como transfusión de sangre.
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