Cuando el polvo se sale de la cama

Cuando el polvo se sale de la cama

Hacerlo en sitios inapropiados para una encamada se convierte en un afrodisíaco imprescindible.

 

Cualquier lugar es bueno para un polvo, siempre y cuando no se moleste a nadie ni se transgredan normas elementales de respeto.

 

Pero así como en condiciones normales a nadie se le ocurriría servir la comida en el baño, dormir en el comedor o atender visitas en el cuarto de ropas, el aquello queda mejor en los sitios que la humanidad ha adecuado para ello a lo largo de su historia.

 

El resto, eso hay que decirlo, viene motivado por el morbo que siempre genera todo lo relacionado con la sexualidad humana.

 

No en vano muchas fantasías eróticas se relacionan con locaciones que van desde lo más doméstico, como el piso de la cocina, hasta lo más extraño e incómodo, como pretender hacerlo en ufan campo nevado o en el mar mientras se bucea. ¡Y ni hablar de lo que se inventan los fanáticos del esnórquel!

 

Aclaro que no soy enemiga de estas puestas en escena, pero la verdad es que prefiero la cómoda intimidad que ayuda a concentrarse en lo fundamental: el otro.

 

Ahora, entiendo a quienes adoran los polvos con escenarios exóticos. Es claro que para ellos el agite y la tensión de ser descubiertos aumentan las ganas y agigantan el goce; hacerlo en sitios inapropiados para una encamada se convierte en un afrodisíaco imprescindible.

 

Por eso no deja de parecerme insulsa la oferta del Love Cloud o Amor en las Nubes, que en Las Vegas acondicionó un avión Cessna 421 como motel aéreo. Por el módico precio de 800 dólares uno obtiene un permiso de 40 minutos para hacer cuanto se le antoje de la cintura para abajo.

 

Luces, colchones, bebidas, ayudas y todo el menaje necesario complementan la dotación del avión, sin descontar audífonos aislantes de ruido para que el piloto no se distraiga de sus labores. Andy Johnson, promotor de la idea, dice que se trata de algo mucho más que sexo.

 

Ganas de botar el dinero, digo yo, porque con toda esa parafernalia lícita se le resta todo el encanto y el misterio al deseado polvo en la oficina, en el carro o en un vuelo comercial con 300 pasajeros alrededor.

 

Esos sí, son deliciosos, por oportunos, prohibidos y audaces.

 

Fuente: El Tiempo

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