Una relación íntima plena requiere la complicidad de la pareja. Cuando las relaciones sexuales no resultan plenamente satisfactorias para ambos, algo falla y tenéis que buscar solución. El hecho de no alcanzar el orgasmo con la penetración es algo que puede pasar en un momento dado debido a problemas tan comunes como el estrés, el cansancio o el nerviosismo propio de los primeros encuentros pero, si se convierte en algo habitual, la situación requiere una conversación detenida en la que podáis analizar qué está pasando.
El cuerpo y la mente van unidos siempre y, más que nunca, en un encuentro íntimo. La falta de satisfacción puede tener su origen en causas psíquicas o físicas aunque, lo normal, es que se trate de una combinación de ambas. Hay que insistir en la necesidad de tener una confianza absoluta con la pareja para abordar estos temas. Si el orgasmo no llega, tenéis que analizar qué ocurre: ¿inseguridad?, ¿miedo a romper determinados convencionalismos? ¿complejos personales?… todos estos temas pueden dificultar tu relación íntima y necesitas HABLAR con tu pareja para eliminar cualquier obstáculo psíquico.
Si no existe problema físico alguno, no tienes porqué no alcanzar el orgasmo con la penetración. En la mayoría de los casos esta ausencia de coito pleno puede intentar solucionarse con algunas medidas sencillas:
La penetración nunca debe ser un acto brusco
La mujer necesita estar lo suficientemente estimulada para que la penetración se dé como algo natural, como el punto en el que culminan a las caricias previas. En este sentido, una «preparación» adecuada es fundamental. Las prisas no son buenas aliadas y precipitar la penetración puede ser una de las causas del problema. Prolongar los juegos amorosos, añadiéndoles un poco de fantasía, puede propiciar el deseo de tal manera que sea el propio cuerpo de la mujer el que «pida» algo más.
La comodidad se impone en estas circunstancias
Estando molesta o incómoda es muy difícil conseguir un orgasmo satisfactorio. Los dos tendréis que probar y descubrir las posibilidades de vuestro propio cuerpo. Hay mil posturas para realizar el acto sexual (recuerda el Kamasutra) y seguro que encontraréis una que os vaya perfecta. Tal vez la solución a tu problema sea tan simple como cambiar de postura y marcar tú el ritmo de la penetración (por ejemplo situándote encima de tu pareja). Puede que necesites determinar la intensidad y el ritmo para evitar una penetración demasiado rápida. Mirándoos a los ojos, sentados uno sobre el otro, de espaldas… todo depende de vuestras preferencias, pero siempre buscando que os sintáis a gusto los dos.
Caricias antes, durante y después
La penetración como única vía para alcanzar el orgasmo no funciona por sí sola. Es importante acompañarla no solo de juegos previos sino de continuas caricias y besos, fundamentales para una relación plena. Por ejemplo, acariciar los senos, los muslos o el lóbulo de la oreja puede estimular tanto como la propia penetración y ayudar a que ésta se produzca con total satisfacción para ambos. Habla con tu pareja y explícale cómo hacerlo de tal manera que tú estés cómoda y tu receptividad esté al cien por cien.
Ayudas «extra»
Por supuesto, el orgasmo es cosa de dos y puede que esa falta de placer dependa en gran medida de una debilidad en los músculos de la vagina (hay que tener en cuenta las posibles causas físicas, no sólo las psicológicas). En este caso, son especialmente recomendables los ejercicios de Kegel, una sencilla tabla para fortalecer la zona y contribuir a que las relaciones resulten satisfactorias para ambos. También puede ser que la penetración resulte desagradable por un problema de falta de lubricación natural, en cuyo caso existen geles muy efectivos a la hora de corregir esta disfunción facilitando en gran medida la penetración.