La violencia no se puede justificar bajo ninguna circunstancia. Esa es una afirmación que no tiene grados ni bemoles. Por eso, el hecho de que un hombre haya apuntado a la cara de Cristina Fernández de Kirchner debe ser condenado y lo que se espera es que las investigaciones se lleven hasta revelar la verdad sobre el suceso y se castiguen a los responsables, sean quienes sean.
Los hechos indican que Cristina Fernández estaba llegando a su casa después de un arduo día de trabajo y la esperaba un grupo de partidarios que quería demostrarle su solidaridad porque la exmandataria está siendo juzgada por algunos casos de corrupción que sus seguidores consideran tiene base política. Se había bajado del carro y saludaba a los presentes cuando un hombre le puso una pistola calibre 32 a 15 centímetros de la cara y apretó el gatillo, pero el arma no disparó.
Al principio, de acuerdo con uno de los videos, pareciera que nadie reaccionó conforme a la peligrosidad de lo sucedido, ni la escolta ni la misma vicepresidenta. Luego, cuando detuvieron a Fernando Sabag Montiel y se lo llevaron, Cristina se quedó como si nada en las afueras de su residencia, no fue ni siquiera protegida dentro del carro que tenía justo atrás.
En un país tan polarizado como Argentina, en el que todos sospechan de todos, si bien es cierto que lo primero que se hizo fue condenar el incidente, desde el presidente Alberto Fernández hasta el exmandatario Mauricio Macri, con el pasar del tiempo han estado surgiendo dudas y preguntas, no solamente de sus opositores políticos sino de muchos analistas y periodistas.
Hay que agradecer, como se dijo desde el principio, que el asunto no pasó a mayores; no que el arma se “engatilló” sino que no tenía balas en la recámara, es decir, Sabag Montiel no la “montó”, no accionó el dispositivo para que subiera la bala desde el cargador en el que llevaba 5 proyectiles. ¿Es un inexperto que no sabe usar el arma? Se estableció que es de su propiedad y se encontraron más municiones en su casa.
Las investigaciones pertinentes han establecido que Sabag Montiel es brasileño, tiene ciertas simpatías neonazis que se pueden ver en los tatuajes de su cuerpo y aparentemente actuó solo. Sin embargo, en el momento que amenazó a CFK nadie sabía este detalle y a pesar de ello los escoltas no tomaron las previsiones para proteger a la vicepresidenta por si había más de un tirador.
Hay muchas cosas que hacen pensar que puede tratarse de un montaje. La popularidad de Cristina está por el suelo porque prácticamente las acusaciones de corrupción han sido comprobadas en los tribunales y lo que le espera es una condena. En Argentina, además, aseguran que no sería la primera vez que se usen teatros para causar efectos políticos.
Sea lo que sea, las investigaciones son más importantes precisamente por estas sospechas. El culpable o los culpables deben ser castigados. Una vez más, la violencia no se justifica bajo ninguna circunstancia. Para manipular o para hacer daño, es igual de detestable.
Editorial de El Nacional
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