La crisis en Ucrania, la creciente amenaza del extremismo islámico en Irak y el fin de una misión de trece años en Afganistán centran la cumbre de dos días que desde mañana celebran los jefes de Estado y de Gobierno de los veintiocho países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Reino Unido.
Los líderes aliados, reunidos en Celtic Manor, en la localidad galesa de Newport, darán luz verde al plan que refuerza la defensa colectiva de la Alianza mediante la creación de una fuerza de acción inmediata capaz de desplegar a varios miles de unidades en menos de 48 horas y que hará a la Alianza «más ágil y rápida que nunca», informó Efe.
Esa fuerza amplía en unos 4.000 efectivos la ya existente de 14.000 militares y se integra en el llamado plan de acción rápida (RAP, por su sigla en inglés).
Es la respuesta aliada «al agresivo comportamiento de Rusia, pero también permite que la Alianza responda a los diferentes desafíos en seguridad de donde quiera que procedan», según el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen.
Los aliados, en un contexto de casi retorno a los años de la Guerra Fría propiciado por la crisis ruso-ucraniana, finalizarán así sus planes para fortalecer la defensa del Este europeo.
El anuncio ha hecho que de inmediato Moscú haya informado de que antes de fin de año precisará su nueva doctrina militar, según el subsecretario del Consejo de Seguridad ruso, Mijaíl Popov, que lo justificó por los «nuevos peligros y amenazas militares a Rusia» como la situación en Ucrania, según la agencia oficial RIA Novosti.
Para Rusia, según Popov, es «cada vez más evidente el afán de Estados Unidos y de los países de la OTAN de incrementar su potencial ofensivo estratégico mediante el desarrollo de un sistema global de defensa antimisiles (…) y de nuevos medios de lucha armada, incluidas armas hipersónicas».
Esa mayor y más visible presencia aliada en los socios europeos del Este lleva aparejada un incremento de los recursos de defensa que en los últimos años y debido a la crisis económica se han ido reduciendo de manera general, mientras que solo EE. UU., Reino Unido y Francia alcanzan el objetivo de la OTAN de dedicar el 2 % de sus presupuestos nacionales a la defensa.
«La crisis en Ucrania debería de ser una llamada de atención, aunque los líderes europeos no han dado respuesta a los avisos de Estados Unidos de aumentar los gastos en defensa», señaló el experto del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores Nick Witney.
En su opinión ello llevará a que los socios europeos «se tengan que enfrentar a Rusia como hicieron en el siglo XX: bajo el ala protectora de Estados Unidos».
Los aliados han invitado al segundo día de la cumbre al presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, a quien subrayarán su apoyo ante la agresión de Rusia en sus territorios orientales, así como las prioridades en las reformas previstas por ese país y los pasos concretos que darán para ayudar a Kiev.
Otros asuntos que abordarán los aliados en la cumbre de Gales serán la creciente inestabilidad, el aumento del extremismo y del sectarismo y la fragilidad de Estados como Irak o la salida prevista para fin de año de Afganistán.
En el caso de Irak, la Alianza no ha recibido ninguna petición para participar en las operaciones selectivas que EEUU ha hecho desde finales de agosto en ese país para detener el avance del grupo terrorista Estado Islámico (EI).
La primera jornada de la cumbre de Gales se dedicará a analizar la situación en Afganistán, y a ella asistirán también los líderes de las 33 naciones asociadas de la Alianza, más los países que conforman la misión aliada en Afganistán (ISAF) que concluye después de trece años.
Por la noche los líderes celebrarán una cena en la que previsiblemente tratarán la agresión de Rusia a Ucrania, así como los riesgos de seguridad para el sur, incluyendo la inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África, según fuentes diplomáticas.
De forma paralela los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa aliados, que también asisten a la cumbre, celebrarán sendas reuniones por separado con sus colegas de diferentes países.
A las reuniones también han sido invitados los presidentes salientes del Consejo Europeo, el belga Herman van Rompuy, y de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, al igual que la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, y el presidente de turno de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Didier Burkhalter.
A la cumbre y en calidad de observador asistirá el próximo secretario general aliado, el noruego Jens Stoltenberg, que desde el primero de octubre sustituirá a Rasmussen por un periodo de cinco años.
El Universal