Víctor Maldonado, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas, tiene 30 años en el sector industrial y gremial. Su amplia trayectoria le da base para afirmar con propiedad que en 2015 Venezuela vivirá “una situación de muchísima dificultad” en materia económica.
Resolver la indisciplina fiscal, dejar de imprimir dinero inorgánico, dejar de involucrar a Petróleos de Venezuela en actividades ajenas a la industria del crudo, reducir gastos y garantizar el derecho de propiedad e independencia de poderes son algunas de las medidas que debe tomar el gobierno para revertir la crisis económica que vive el país, sugirió el empresario en entrevista con El Nacional.
“Para esto el Ejecutivo debe renunciar al socialismo del siglo XXI y, por supuesto, reconocer que la situación que estamos viviendo no es producto de ninguna conjura internacional, ni guerra económica, sino que tiene como causa fundamental políticas económicas errada”, agregó.
—¿Había visto niveles de escasez como los de ahora?
—No, nunca, pero era predecible. Venezuela tiene una larguísima tradición de enfoques económicos socialistas y controlistas, y por eso el país, a pesar de los ingresos petroleros, nunca ha llegado a ser una potencia industrial, sino que se ha venido a menos progresivamente.
—¿A qué atribuye las elevadas fallas de suministro?
—La escasez es tan marcada porque antes no se habían aplicado políticas de controles tan radicales y totalitarias como las actuales, que no solo rige costos y precios, sino que también abarca el tema laboral y el mercado de divisas. Los economistas dicen que para implementar el comunismo, primero debe haber una fase de destrucción del sistema de mercado. Yo creo que el gobierno en los últimos 15 años se esforzó sistemáticamente en esto. Cuando se apuesta por una economía irreal, lo que llaman el socialismo del siglo XXI, las consecuencias no pueden ser otras que las que estamos viviendo: la ruina de la economía nacional, inflación muy alta y una escasez muy, pero muy marcada, que se puede volver crónica y que los regímenes socialistas luego administran a través de las libretas de racionamiento.
—¿Todavía no es crónica?
—Yo creo que la escasez ya comienza a ser crónica porque tenemos razones estructurales para la escasez. Algunos dicen que hay un factor estacional para lo que estamos viviendo, pero les recuerdo que desde 2012 lo único que han demostrado los indicadores del Banco Central de Venezuela es que la escasez se ha ido incrementando hasta que llegó un punto en que resultó ser tan demostrativa del fracaso del modelo económico que dejaron de publicarla. Sin embargo, dejar de informarla no significa que la escasez desaparece. Además, no se observa que el país tenga suficientes divisas para importar lo que es necesario para elevar la producción y combatir la escasez.
—Tradicionalmente a comienzos de año se notan fallas en los anaqueles por los días festivos de diciembre, ¿las faltas que se han visto estos días son normales o están más acentuadas?
— Las épocas decembrinas son taimas en la economía, pero en los últimos 30 años nunca había visto que enero se inaugurara con colas frente a los supermercados y farmacias, como las que se han visto. Esto es producto de que la gente sabe, independientemente de su condición social, que esta economía no funciona y que debe proceder racionalmente. Su actuación racional significa proveerse rápidamente de lo que no conseguirá fácilmente después. Esta conducta no se puede criticar, es lo que hace un buen padre de familia. Además, todas las encuestas muestran que en 2014 hubo una caída importante en la popularidad y credibilidad del gobierno. Cuando esto ocurre se generan grandes bolsas y espacios de desconfianza social y el gobierno pierde legitimidad. Actualmente los ciudadanos no logran identificar ninguna salida a mediano ni largo plazo. Eso no ocurría antes porque existía una percepción de que cualquiera que fuera el problema se resolvería rápidamente.
—¿La escasez y la pérdida de legitimidad que refiere puede desencadenar conflictos sociales?
—Creo que va a haber un incremento en la exigencia de los ciudadanos al gobierno para que resuelva sólidamente la crisis. Probablemente exista un aumento de los problemas de gobernabilidad, es decir, de la capacidad que tenga el Estado para imponer sus políticas y lograr que el país las compre. Esto es lo que seguramente ocurra. Estamos en un año electoral, un año en el que se le pregunta al país si el gobierno merece una ratificación de la confianza. A eso está expuesto el gobierno. En esta condición, cualquier gobierno del mundo abre las cartas, convoca al país y se dedica a resolver el problema. Como decía Chávez, ‘el que tenga oídos para oír que oiga’. Las señales que está dando la sociedad venezolana son claras y precisas, que cualquier gobernante prudente tomaría muy en cuenta.
Fuente: BancayNegocios