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Coronel golpista es nombrado nuevo presidente transitorio en Mali

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Coronel golpista es nombrado nuevo presidente transitorio en Mali

 

 
El coronel Assimi Goita juró este lunes como presidente de Malí para el periodo de transición política tras el cual se devolvería el poder a los civiles, tras dos golpes de Estado condenados por los principales socios de este país clave para la estabilidad de la región africana del Sahel, a los que intentó tranquilizar prometiendo cumplir todos sus compromisos.

 

 

Tras prestar juramento, en uniforme de gala ante el Tribunal Supremo, dijo querer “asegurar a las organizaciones subregionales y regionales y a la comunidad internacional en general, que Malí cumplirá sus compromisos en el interés superior de la nación”.

 

 

La ceremonia se desarrolló en el Centro Internacional de Conferencias de Bamako (CICB).

 

 

La investidura de Goita es el momento “para asegurar solemnemente asumir compromisos claros durante los ocho meses restantes de transición”, consideró durante el fin de semana un diplomático en Bamako, bajo el anonimato.

 

 

Entretanto, los socios de Malí piden garantías de que los militares cederán el poder a los civiles tras las elecciones previstas para comienzos de 2022.

Para tranquilizar a sus socios y a la comunidad internacional nombró inmediatamente a un civil como primer ministro.

 

 


Se trata de Choguel Kokalla Maiga, un veterano político de 63 años integrante del M5, movimiento que lideró la agitación social antes del primer golpe, que derrocó al entonces presidente Ibrahim Bubacar Keita.

 

 

“El presidente de la transición, jefe del Estado (…) decreta: Choguel Kokalla Maiga es nombrado primer ministro”, reza la resolución de Goita.

 

 

Maiga ha sido ministro en varias ocasiones y tres veces candidato presidencial (2002, 2013 y 2018), y ya sonaba para el cargo. El viernes dio un mensaje para calmara los animos, al prometer que su país mantendrá sus compromisos internacionales, pero también advirtió contra “invectivas, sanciones, amenazas, que sólo complicarían la situación”.

 

 

Las embajadas occidentales decidieron enviar a esta investidura a “colaboradores” y no a embajadores, lo que constituye una “señal política” pero no “un boicot ni una sanción”, de acuerdo a la fuente diplomática.

ANNIE RISEMBERG / AFP)

 


Doble golpe

 


Malí, base del yihadismo en el Sahel, acaba de sufrir dos golpes de Estado en sólo nueve meses, por parte de Assimi Goita y su grupo de coroneles.

 

 


En el primero, derrocaron el 18 de agosto de 2020 a Bubacar Keita, debilitado por la protesta durante meses liderada por el Movimiento del 5-Junio/Agrupación de fuerzas patrióticas (M5/RFP), colectivo de opositores, religiosos y miembros de la sociedad civil.

 

 

Entonces, la junta se comprometió, bajo presión internacional, a establecer un periodo de transición de 18 meses conducido por civiles.

 

 

El 24 de mayo, Goita, verdadero hombre fuerte, pisoteó el compromiso al detener al presidente y al primer ministro de transición, ambos civiles.

 

 

Después, el militar fue declarado presidente de transición por el Tribunal Constitucional.

 

 

Maiga, precisamente, reemplaza a Moctar Ouane, primer ministro del entonces presidente Bah Ndaw, ambos detenidos

 

 

Para Malí, carente de medios militares, mantener sus compromisos internacionales es un asunto crucial.

 

 

Tras el último golpe de Estado, Francia anunció suspender las operaciones conjuntas con militares malienses, tras ocho años de lucha antiyihadista.

 

 

Hasta nueva orden, la fuerza Barkhane, que interviene en el Sahel, no saldrá de sus bases para operaciones en Malí, aunque si hay ocasión, perseguirá a jefes yihadistas. Esto vuelve la situación regional inquietante.

 

 

El jueves, once miembros de una comunidad tuareg fueron asesinados por desconocidos cerca de Menaka (noreste de Malí).

 

 

En la vecina Burkina Faso, la madrugada del sábado presuntos yihadistas asesinaron al menos a 160 personas. La peor masacre desde 2015 en el país.

 

Además, los militares malíes deben tranquilizar a los ex-rebeldes independentistas del norte, reunidos en la Azawad (CMA), con la que se firmó un acuerdo de paz en 2015. Tras manifestar reticencias, decidieron apoyar este nuevo capítulo de transición.

 

 

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