Controlar la televisión no detendrá la violencia en el país

Controlar la televisión no detendrá la violencia en el país

Un entorno agresivo hace más violento a un niño que la televisión. Una familia disfuncional lo predispone más hacia la violencia que un programa perverso.

 

Controlar el contenido de la televisión no disminuirá los terribles índices de violencia venezolanos, que nos ubica en el tercer lugar de Latinoamérica con mayor tasa de homicidios. Al menos así lo piensan el psiquiatra infantil y de adolescentes, Sabas Castillo, y la psicóloga y psicoterapeuta cognitivo-conductual, Verónica Torres.

 

«En todos los países democráticos existe diversidad de programación, igual que en Venezuela, y no tienen las mismas tasas de violencia que aquí», apunta Torres.

 

La clave es elegir. «La diversidad de canales venezolanos, en su mayoría del Estado, permite que el televidente adulto, ciudadano de un país democrático, tenga el derecho a elegir lo que quiere ver. En lo que sí ayuda el Estado es en establecer regulaciones de horario, tipo y edad que ayudan a que los niños no vean esos contenidos violentos sin la supervisión de sus padres», explica Torres.

 

El problema es «la falta de filtro», como dice Sabas Castillo parafraseando a Fernando Savater en El valor de educar. Pero es un filtro que corresponde imponer a los padres. «Como la realidad, los noticieros son muy violentos y en la familia se ven como normales. Las imágenes de un terremoto, por ejemplo, son muy violentas y eso lo ven los niños», agrega.

 

Más allá de los programas

La violencia tiene fuentes más poderosas que la televisión. Algunas provienen de la familia y otras del propio Estado. «Existen cosas importantes a considerar cuando se habla de esto. Es muy fácil tomar posiciones a priori y también es muy fácil culpar a Venevisión o Televen, pero lo más violento era La Hojilla que, afortunadamente, salió del aire. Sin embargo, eso es sólo la punta del témpano», dice Castillo.

 

Para Verónica Torres, el discurso político es, en Venezuela, mayor condicionador de violencia que los programas de televisión: «Los discursos agresivos de líderes políticos, transmitidos usualmente en cadena nacional, son factor determinante por su intención de efecto masivo».

 

Describe ese discurso como ofensivo, descalificador y agresivo, con sustantivos con significados bélicos como «tropa», «batalla», «ejército», «combate», «rebeldes» e «insurgentes». «Cuando un líder irrespeta a otro y además agrede a los ciudadanos, es similar a que en una familia, el padre irrespete a la madre o a los hijos. Los líderes políticos, padres y maestros constituyen modelos de aprendizaje y repetición de patrones de comportamiento en una sociedad», expresa.

 

Pero más allá de los discursos y los programas, la familia es el punto de conformación fundamental de un individuo cívico o violento. Es tan enorme su importancia que, en un estudio realizado en Estados Unidos a jóvenes autores de matanzas en centros de estudio, el denominador común fue una familia disfuncional. Algunos eran góticos, otros consumían drogas o participaban de juegos violentos pero todos provenían de núcleos familiares desechos o con historial de maltrato.

 

Para Torres, las situaciones que se producen en los hogares y que fomentan la agresividad en los individuos son la violencia doméstica, la falta de límites o las reglas muy rígidas, los estilos represivos, los castigos desproporcionados y el abandono de uno o ambos padres.

 

Controlar las armas y reducir la impunidad son medidas que ambos especialistas consideran de aplicación urgente para reducir los índices de criminalidad. Sin embargo advierten que estos límites también deben ponerse en casa. «Hay que poner límites desde el principio. La impunidad comienza en casa», sentencia Castillo.

 

Fuente: EU

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