Mariana Delgado, secretaria, contó que su hora de almuerzo la utiliza para recorrer los supermercados. Mientras que Federico Muñoz, especialista en sistemas, dijo que él y sus compañeros se ausentan de la oficina, según el terminal de la cédula, para ir a comprar previo permiso de la jefe del departamento.
“La frecuencia de compra está asociada a la disponibilidad de los productos”, dijo Luis Vicente León, director de Datanálisis, y añadió que 76,1% de los consumidores no consigue o consigue poco de lo que busca.
El consumo en el país se orienta en mayor porcentaje a bienes esenciales, como arroz, pasta, harina. Sin embargo, prevé una caída de 6% en el consumo a finales de este año, indicó.
Un estudio realizado por Intercontinental Marketing Services (IMS Health), en agosto de 2014, sobre los hábitos de compra de productos alimenticios y cuidado personal entre 1.200 consumidores de Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Barcelona, Puerto la Cruz y Puerto Ordaz, muestra que 45% realizaba la compra mensual, 31% en cualquier momento, 19% semanal y 5% diariamente.
Un año después, cuando 36,2% de los 58 productos de la canasta alimentaría escasean, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, los consumidores consultados en un recorrido por el este de Caracas afirmaron que salen a comprar todos los días.
Lo que hay. La economista Anabella Abadi señaló que las prioridades de consumo son particulares en cada familia, pero la comida está siempre en primer lugar cuando se tiene niños, seguido de educación y salud. Agregó que mientras la clase media reduce la parte del presupuesto que destinaba a esparcimiento, cultura, ejercicios y viajes, la clase que menos ingresos tiene recorta en lo más básico y no cubre la canasta alimentaría completa ni las medicinas.
Mario Jiménez, administrador, afirmó que sus niveles de colesterol y triglicéridos están por las nubes debido a que come lo que consigue y no lo que debe porque no lo puede pagar. “Comía pescado varias veces a la semana, ahora con el kilo a casi 3.000 bolívares no lo puedo pagar”.
La presidente del Colegio de Nutricionistas de Venezuela, Nixa Martínez, afirmó en una entrevista radial que el venezolano está consumiendo lo que consigue porque no hay otra solución y de continuar esta situación los resultados van a ser catastróficos sobre todo en los niños por la disminución del consumo de calcio. Esto genera retrasos de desarrollo y crecimiento, además de debilitar el sistema inmune.
Otro hallazgo del estudio de IMS Health fue que los consumidores en 2014 escogían su lugar de compra y fundamentaban su elección considerando los servicios que les ofrecía el establecimiento. 24% de los consultados dijo que valoraba principalmente que la ubicación del comercio fuera conveniente, 18% que hubiese variedad de productos y marcas, 16% que tuviese ofertas y descuentos, 16% la atención al cliente, 14% que el lugar estuviese iluminado, limpio y fuese seguro, 12% dijo estacionamiento gratis.
En 2015 la situación cambió. Laura Gil, ingeniero, aseguró que la escasez, las restricciones al día de compra por el terminal de cédula, las captahuellas y el limite de cantidad de productos que se pueden adquirir, acabaron con la preferencia hacia un determinado supermercado. “Yo compraba en el supermercado a una cuadra de mi casa, pero ahora allí nunca hay productos básicos”.
27% de los consumidores consultados por el IMS Health en agosto de 2014 dijo que acuden al lugar de compra donde no reciben el mejor trato, pero consiguen lo que buscan.
Una lista determina quiénes compran la “bolsa solidaria”
Consejos comunales son los que autorizan a las personas adquirir productos regulados. Vecinos denuncian que son discriminados porque no forman parte de las UBCH
Los consejos comunales imponen que solo se vendan productos regulados a las personas que están en sus listas y que, además, vivan en la calle en la que se expende la comida, denunciaron consumidores. Agregaron que son discriminados porque no forman parte de las Unidades de Batalla Bolívar Chávez.
Alexis López, vive en San José, cerca de la avenida Fuerzas Armadas. El sábado 17 llegó a las 7:00 am a la esquina Santa Inés de esa zona, donde estaba estacionado un camión que vendía las “bolsas solidarias” de comida. Dijo que la venta era organizada por el consejo comunal de la cuadra y que se enteró de la actividad porque a un amigo le llegó un mensaje de texto a las 4:00 am de ese día en el que le avisaban.
Contó que no le permitieron adquirir productos regulados porque supuestamente no pertenecía a esa comunidad. Además, le informaron que no cumplía con el requisito indispensable para poder comprar “la bolsa solidaria” de alimentos, que era estar en la lista del consejo comunal de esa calle. “Es la misma lista de los que forman parte de la Unidad de Batalla Bolívar Chávez y la que utilizan para llamar a votar en las elecciones. Incluye nombre completo, teléfonos celulares y centro de votación”.
Añadió que la bolsa costaba 1.040 bolívares e incluía dos paquetes de arroz, leche en polvo, pasta alimenticia, harina Venezuela, aceite, azúcar y carne. “Por supuesto, sin opción de escoger qué te llevas y qué no”.
A la denuncia de López se suman otras como la de Andreína Pérez, que está en desacuerdo con la imposición porque ello significa condicionar sus compras. “Yo vivo en tierra de nadie porque en mi calle no hay consejo comunal, por lo cual no podré comprar en los camiones”. Afirmó que desconocía la restricción e hizo la cola desde temprano, sin lograr adquirir la comida.
Miembros de los consejos comunales aseguraron que las personas pueden ser agregadas a la lista siempre y cuando su centro de votación corresponda a esa ubicación.
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