Así como el símbolo de infinito o el cero, el signo de interrogación también está envuelto en un aire de misterio, y esto tiene todo el sentido si tomamos en cuenta que este signo (?) denota precisamente una interrogante. En nuestro idioma, el español, lo escribimos de forma abierta y cerrada (¿) – (?) cuando necesitamos demostrar una pregunta; además está presente en la mayoría de lenguas con alfabeto latino, con la particularidad de solo utilizar su forma cerrada.
Un dato curioso acerca de los orígenes del signo de interrogación está conectado con la cultura egipcia y el culto que le rendían a los felinos. La leyenda cuenta que un monje se inspiró en su curioso gato, colocando este símbolo en uno de sus manuscritos. Igualmente, ronda otra historia que refiere la inspiración del signo a la posición de la cola de un gato cuando está sorprendido. Ambos relatos, aunque son encantadores no están confirmados por los historiadores ni existen pruebas fidedignas; elevando más el mito del signo.
El ‘zagwa elaya’
Una de los hallazgos que echan un poco de luz al misterio de los orígenes del signo de interrogación proviene del Dr. Chip Coakley, de la Universidad de Cambridge; quien asegura haber identificado la versión más antigua del signo. Coakley, estudiando los documentos de la Biblioteca Británica adquiridos en Egipto en el año 1840, halló los vestigios del singular signo en manuscritos escritos en siríaco (dialecto del arameo) del siglo V, que ostentaba una forma muy similar a los dos puntos que conocemos.
Coakley asegura que el signo, llamado ‘zagwa elaya’, podría haber sido un recurso para recordar -a quien leyera la Biblia en voz alta- una entonación de interrogación. Este descubrimiento, podría convertirse en el ejemplo más antiguo del concepto de signo de interrogación.
Una cuestión de pregunta
Otra posibilidad muy extendida proviene de la edad media, donde los eruditos solían escribir la palabra latina ‘quaestio’ que significa ‘pregunta’, al final de una oración para denotar una pregunta. Esta palabra iría simplificándose poco a poco hasta convertirse en ‘qo’; para después ser movida la letra ‘q’ arriba de la ‘o’, un rasgo anterior al signo de interrogación conocido por todos. Lamentablemente, tampoco hay datos que confirmen fehacientemente esta hipótesis.
El ‘punctus interrogativus’ de Alcuin de York
La historia que más aceptan los historiadores surge de Alcuin de York, un intelectual inglés nacido en 735, que fue invitado a formar parte de la corte de Carlomagno en 781. Así, Alcuin alcanzó ser uno de los principales asesores de Carlomagno, por lo que tuvo la necesidad de escribir muchos libros, entre algunos ensayos de gramática. En esta época, la puntuación se limitaba a un sistema de puntos en diferentes niveles. Alcuin al percatarse de las limitaciones del sistema, creó el ‘punctus interrogativus’ o «punto de interrogación”, que consistía en un punto con un símbolo que se asemejaba a un tilde o «relámpago» encima de él, representando el tono ascendente de la voz usado al hacer una pregunta.
La utilización de este nuevo signo se esparció a otros centros de aprendizaje; aunque al principio su sufrió de los embates del azar, siendo muchas veces intercambiado con el signo de exclamación, u omitido. No fue sino hasta el siglo XVII que el signo de interrogación adquirió la forma familiar y las reglas de uso que conocemos hoy, y no hasta mediados del siglo XIX que empezó a ser referido como un «signo de interrogación».
Fuente: Culturizando