La mítica barbería del Hotel New York, en Rotterdam, ha sido reconocida con el galardón a la mejor barbería del mundo por la Asociación española «Barbería con Encanto» en un certamen celebrado en Madrid, durante el pasado mes de octubre.
En los sótanos de la que fuera sede de la línea Holland-Amerika, en el muelle Wilhemina de la ciudad holandesa, por donde embarcaban miles de europeos rumbo a las temidas aduanas de Ellis Island, en Nueva York, en busca de una vida mejor, es exactamente donde nació esta barbería. Fiel a la estética de los primeros años del siglo XX, han reproducido y recuperado con gran éxito el espíritu y el concepto de esas peluquerías que surgieron en Brooklyn en los años 30, y a las que acudían principalmente los inmigrantes italianos.
Las barberías eran el auténtico club social de las clases menos acomodadas, salones sociales, verdaderos centros neurálgicos del barrio a los que acudían todos aquellos que añorando su casa y su barrio en la vieja Europa, se reunían con sus compatriotas, en las pocas horas libres que la consecución del sueño americano les permitía.
La barbería New York se inauguró en 1884 y fue regentada por una familia de baberos. Desde 1994 está ubicada en su actual emplazamiento, en el Hotel New York. Su propietario, Robert Lagerman, es la quinta generación de esta familia dedicada a esta profesión. Tras una larga búsqueda en mercados y anticuarios en Europa y América, el local ha sido decorado con mobiliario original de la época, que recrea un ambiente relajado y de estética masculina, donde acudir no solo a arreglar el cabello, sino a charlar sobre lo divino y lo humano, a comentar del último o del próximo partido de fútbol, a discutir de política, y por qué mentir, a bravuconear sobre la chica de la portada de cualquier revista.
Para conseguir ese ambiente desenfadado y de club social, por las tardes, se sirve buen whisky americano, un limoncello o un buen champán frío mientras se escuchan discos de Cab Calloway o Billie Holiday. Si echas un vistazo a su web, querrás sentarte en sus sillones, con un bourbon en la mano, y evadirte del mundo mientras te dejan hecho un auténtico dandy.
Fuente: vanitatis