160 instituciones de Fe y Alegría han sido afectadas en lo que va de año por las rencillas entre organizaciones delictivas que operan en varias zonas del país160 instituciones de Fe y Alegría han sido afectadas enlo que va de año por las rencillas entre organizaciones delictivas que operanen varias zonas del país
El miércoles. a las 6:00 am, sonaron los teléfonos de varios docentes de la Unidad Educativa Nacional Pablo Vila del sector La Chivera de la Cota 905. Las llamadas las hicieron los alumnos. Informaban que no iban a clases porque la zona estaba tomada por delincuentes de tres bandas que disparaban para rendirle homenaje al Picure. “Profe, no puedo ir a clases, nos hemos escondido debajo de los muebles porque la cosa está fea”, le dijo uno de los estudiantes en medio de una crisis de nervios a un maestro.
Ese día solo un grupo que no pasaba de 10 estudiantes se acercó al plantel y se fue corriendo porque a 30 metros de la institución los antisociales no paraban de accionar sus fusiles y pistolas. Las clases en ese centro fueron suspendidas. Esta es la sexta vez que las actividades académicas se interrumpen, según un educador. “Los jóvenes han perdido entre 18 y 29 horas de clases, que son difíciles de recuperar, por la violencia que impera en el barrio. El año pasado fueron retirados tres alumnos porque un integrante de su familia tenía rencillas con uno de los miembros de la banda del Coqui”.
A uno de esos jóvenes que se retiró del plantel se le acercó un motorizado de esa organización delictiva y le dijo: “Sabes que estoy pendiente contigo”. Esa fue la última vez que el adolescente asistió a clases. Se fue del barrio con su familia. Historias como la ocurrida el miércoles se han convertido en una costumbre en los 42 planteles de la Cota 905 que se encuentran en la línea de fuego del combate entre las bandas del sector declarado zona de paz.
El Cementerio y El Valle. Un panorama similar afecta a las instituciones de El Cementerio. Una de las maestras de la Escuela Básica Manuel Díaz Rodríguez, del sector El León, informó que desde el año pasado entre dos y tres días a la semana, los docentes se ven obligados a despachar a sus alumnos una hora antes de lo previsto. “Los representantes se acercan a buscarlos atemorizados por las ráfagas de disparos. A veces solo se dictan dos horas de actividades porque los tiroteos lo impiden”, expresó un maestro de esa institución. Relató que hace dos semanas los niños, junto con un profesor de educación física, se disponían a entrar al plantel cuando a pocos metros se bajó un hombre de un vehículo negro y disparó contra un grupo que transitaba cerca de la escuela.
“Los niños se echaron al piso y varios representantes se refugiaron en los salones. Cuando hay tiroteos, que ocurren tres veces a la semana en la zona, las clases de educación física que se realizan en el patio se suspenden para evitar que los niños se expongan. Esto es un infierno. No te imaginas lo complicado que es dar clases bajo estas condiciones. En los últimos cuatro años, cinco maestros se han retirado por miedo. Estaban hartos de tanta violencia”, dijo la maestra.
En El Valle, que también forma parte de las zonas de paz, denominadas así por los grupos armados que allí operan, se vive el mismo drama. Luis Betancourt, que tiene a su hijo inscrito en el colegio Carmen Maizo, tuvo que salir a buscar a su pequeño temprano porque hace dos semanas se enfrentaron los integrantes de la banda del Lucifer que mantiene azotada la parroquia contra efectivos del Cicpc. “Eso fue un combate. Tuve que meterme en un negocio y salir tres horas después, cuando retornó la normalidad”.
Problema generalizado. La violencia no solo ha trastocado los planteles situados en los llamados territorios de paz, sino también en otros sectores populares. De acuerdo con Noelbis Aguilar, directora de escuelas de Fe y Alegría, hay 160 planteles ubicados en diversas regiones del país amenazados por la inseguridad. “En estas escuelas se han reportado 5% de deserción escolar dado que los padres se deben mudar de sector por las advertencias de las bandas. También los delincuentes han obligado a los directores a suspender las actividades porque hay toque de queda o se van a enfrentar con una banda enemiga. Además de ello, entre febrero y abril se han registrado 50 hurtos en las instituciones.
En el estado Miranda, según los gremios educativos, las escuelas de Barlovento y Ocumare han sufrido los embates de los conflictos entre bandas. En la Unidad Educativa Piloncito de Ocumare no hubo clases durante siete días porque lo ordenó el líder de una organización delictiva de Pueblo Nuevo. La paralización obedeció a los continuos enfrentamientos registrados por el control de la zona. Los docentes tuvieron que cumplir horarios en el Distrito Escolar, mientras se calmaba la situación. La misma experiencia la vivieron los maestros de la Escuela El Cumbo el año pasado en el municipio Andrés Bello, cuando fueron víctimas de amenazas por hombres armados.
Cifras
121 instituciones educativas aproximadamente se localizan en la Cota 905, El Cementerio y El Valle, azotadas por grupos delictivos
20 planteles del estado Miranda ubicados en las zonas de paz de Barlovento y Ocumare del Tuy han sido afectadas por las bandas
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