A la hora de emprender un vuelo en familia conviene tener en cuenta algunas recomendaciones tales como cuidar la hidratación y elegir ropa cómoda.
El viajar es un placer. Y hacerlo en familia, más aún. Sin embargo, a la hora de planear un vuelo con chicos conviene tener ciertas precauciones para hacer del paseo aéreo un lugar más feliz.
Algunos especialistas señalan que, como los niños necesitan espacio, lo ideal para ellos sería que viajen en la primera fila. Además, esa ubicación también resulta más práctica para entrar y salir del avión.
En caso de que esas plazas esté reservadas, las butacas cercanas a las ventanillas pueden ser tanto o más divertidas que un juego.
Si se trata de menores de dos años, algunas compañías proporcionan cunas a los viajeros. Aunque, en este caso, lo mejor es explicar la situación al momento de la reserva.
Durante el aterrizaje y el despegue de la nave, se produce una variación de la presión atmosférica. Esta diferencia genera, entre otros síntomas, dolor de oídos, obstrucción nasal, mareo y apunamiento.
¿Qué hacer? Masticar -chicle, por ejemplo-, tragar saliva o ejercer una pequeña presión en los oídos pueden ayudar. En el caso los bebés menores de dos años, se sugiere amamantarlos durante los despegues y aterrizajes o darles un chupete, agua o jugos.
El uso de un descongestivo nasal una o dos horas antes del despegue y 30 minutos después de la llegada también ayuda a minimizar las molestias.
Los recién nacidos y los niños pequeños son más susceptibles a la deshidratación, por lo que se recomienda la ingesta de mucho líquido antes y durante los vuelos largos.
Los pediatras hacen incapié en la necesidad de tener al día las vacunas de los chicos, sobre todo si el viaje es al exterior, así como realizar una visita previa al especialista.
Por último, y este es un concejo para todas las edades, hay que elegir ropa cómoda y suelta.
Fuente: Rosario3