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Con la oposición en casa

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Con la oposición en casa

   

En agosto de 2019 los electores argentinos votaron convencidos por la fórmula Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. A simple vista, les debió parecer una dupla con orientaciones similares a lo que el kirchnerismo les acostumbró en sus anteriores períodos de gobierno, es decir, populismo y más populismo. Pero esta novela ha tenido desarrollos sorpresivos que han puesto en vilo a todo el país. La pelea del presidente no es con una oposición política sino con su propia vicepresidenta.

 

 

Al gobierno recién estrenado de Fernández le tocó enfrentar toda la crisis de la pandemia de covid-19; y por si fuera poco, ahora tiene que lidiar con las consecuencias económicas que ha dejado en todo el mundo, a lo que se suma la crisis de abastecimiento e inflación generada por la invasión de Rusia a Ucrania. Como muchos de los países latinoamericanos, aún trata de definir rumbo claro para la economía, pero él tiene otro asunto en contra, el propio equipo que debería respaldarlo lo torpedea desde adentro.

 

 

CFK siempre ha sido una mujer de criterios fuertes, acostumbrada a que todo el mundo le diga que sí, y por eso debe haber asumido esta vicepresidencia como si en verdad fuera ella a gobernar. Las discusiones sobre la política económica son el punto álgido de los enfrentamientos que soterradamente ha mantenido con el presidente. Entre muchos otros, está la diferencia de visión sobre la repartición de subsidios y las diferentes medidas sociales para los argentinos más necesitados. El presidente Fernández considera que hay que ampliarlos y ajustarlos y la vicepresidenta opina que es mejor eliminarlos de cuajo y pasar a un salario universal que, a juicio del gabinete económico, es muy difícil de cubrir.

 

 

Ya la expresidente hizo que dimitiera una piedra que tenía en el zapato, el ministro de Economía, Martín Guzmán, entre otras cosas porque el gobierno de Fernández firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional al que ella nunca se opuso pero que al final le costó la cabeza al funcionario que supuestamente era de confianza de Fernández.

 

 

¿Qué queda? Ponerse de acuerdo con la nueva titular de Economía para ver cómo manejan la inflación que está comiéndose los bolsillos de los argentinos, pero si las peleas internas son de este calibre, como si la oposición estuviera en casa, el resultado no será ni lo rápido que necesitan los argentinos y puede ser que tampoco sean efectivos. Lo cierto es que Kirchner juega a que tiene una tienda aparte de Fernández, cada vez que ha podido en público ha tratado de dejarlo en ridículo, aunque el presidente ha dicho que no hay ninguna diferencia de fondo.

 

 

Algunos analistas consideran que no es el tema económico ni social lo que más preocupa a CFK, sino la reforma de la Corte Suprema de Justicia que puede librarla de las numerosas causas penales que la han tenido con un pie en la cárcel.

 

 

Por el bien de los argentinos y de su país, esperamos que la sana política pueda solucionar los desacuerdos sin que en realidad signifiquen rupturas irreconciliables. Los últimos rumores de la Casa Rosada indican que Fernández ha expresado su malestar por esta situación. Ojalá no pase a mayores.

 

Editorial de El Nacional

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