Carolina estaba acostumbrada a manipular y salirse con la suya, hasta que del liceo llamaron a su mamá y le contaron que, además de raspar varias materias, era parte de un grupo mala conducta que, entre otras cosas, fumaba y se jubilaba de clases.
Eliana ya estaba en los palitos sobre la conducta de su hija y le había aplicado parte del repertorio de castigos que había heredado de su adolescencia, sin ningún resultado positivo.
«No vas a salir en un mes. No vas a ver televisión. Te voy a cambiar de colegio. Se lo voy a contar a tu padre», fueron -más que sanciones- amenazas que no hacían el menor efecto en Carolina, quien a sus 16 años quería vivir sin que nada se interpusiera en su camino.
Cada vez que se olía que ese día le iban a meter un correazo, Carolina se ponía doble jeans y suéter grueso para «minimizar los daños».
Psicólogos de por medio, Eliana ya no sabía que hacer hasta que reparó en que su hija era lo que llaman una «nativa digital» (niños nacidos en la era de Internet), y en un instante descubrió que su arma más poderosa para meterla en cintura era el celular.
«No tienes celular por una semana», le advirtió al tiempo que le decomisaba el aparato inteligente.
De allí en adelante, las cosas comenzaron a cambiar. Eliana la premió devolviéndole el celular cuando al final de la semana la vio estudiar y pasar roncha sin poder chatear con nadie.
Como Carolina, cientos de adolescentes prefieren que las dejen sin comer, antes de que les quiten su celular.
«Es la solución mágica», asegura Marifer Meneses, una mamá que también consigue respuesta inmediata cuando amenaza a su hijo con quitarle el celular «si no coge el hilo».
«Decomisarle el blackberry es una tortura para ellos porque se acostumbraron a vivir pegados de esos aparatos», refirió Gloria Uzcátegui, quien ha tenido que luchar para que su hija limpie el cuarto, porque «lo único que quiere es chatear».
No es la solución. «Quitarles el celular como única técnica para castigarlos no sirve», afirma la doctora Graciela Miliani, psicóloga clínica del Hospital Vargas y especialista en niños y adolescentes.
Asevera que un muchacho rebelde puede salirse de control cuando le quitan el celular, «porque es un vicio», y les recomienda a los padres buscar ayuda para imponer disciplina cuando la falta es muy grave.
Cuenta que en su consulta ha recibido a jóvenes que, en vez de hablar, «están chateando», conducta que, según dice, se repite en los adultos.
El problema con la web 2.0 es que los chamos se mantienen conectados con el mundo, ven lo que todos hacen y pueden interactuar con muchas personas a la vez, lo cual los hace sentir importantes.
Pero en ese paraíso virtual, al que se debe llegar en la adolescencia, según indica Miliani, hay peligros que deben ser alertados, «como las páginas porno, en las que el sexo no es el normal, sino el que produce la perversión». La psicóloga sugiere bloquear esas páginas y estar atentos con los contenidos a los que los chamos tienen acceso.
«El niño está evolucionando y nuestro deber es que llegue a ser una persona sana mentalmente», agregó Miliani.
Advierte que hay que racionar el uso de la computadora por horas y canalizar sus inquietudes en otras actividades.
«Eso sí, cuando la conducta es muy grave hay que darles un tate quieto serio, para evitar que la conducta del muchacho lo ponga en un peligro mayor», enfatizó.
HISTÓRICAS SANCIONES
En 2009, una jueza de menores de la provincia de Misiones, Argentina, determinó como castigó dejar sin Internet ni celular a tres jóvenes que protagonizaron una violenta discusión que fue filmada con un teléfono móvil y luego publicada en el sitio web YouTube.
Al cantante canadiense Justin Bieber, a pesar de ser una estrella y pagar con sus ingresos sus gastos personales, su mamá le canceló el plan de su celular en 2010, luego de una pelea que sostuvo con su progenitora cuando aún era menor de edad.
Britney Spears sufrió quizá una de las sanciones digitales más sonadas y que pasaron a la historia, luego de enviarle mensajes y fotos «calientes» a su ex guardaespaldas Fernando Flores, quien decidió demandarla por acoso sexual. Ese episodio fue el detonante para que el padre de la cantante tomara las riendas del móvil de la chica, puesto que estaba bajo su tutela legal, por presentar conductas inapropiadas que la llevaron a tratamiento psiquiátrico, aunque la estrella del pop tenía 30 años de edad.
Fuente: http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/ciudad/salud/con-castigo-2-0-corrigen-a-chamos-rebeldes.aspx#ixzz2Xuz28jGr