Para ver se necesita más que los ojos. Requiere todo un sistema de visión que permanece activo durante los sueños. Cuando nuestros ojos están abiertos forman una imagen en la retina y desde ella viaja la información a través del nervio óptico al tálamo y luego al lóbulo occipital en la corteza cerebral.
Otros sistemas en el cerebro analizan entonces formas, colores y movimientos, permitiéndonos reconocer objetos. Durante los sueños no hay información generada por nuestros ojos, pero el resto del sistema visual continúa muy activo, creando lo que parecen ser formas, colores y acciones.
En pocas palabras, ver en sueños es lo que uno esperaría de un cerebro que está sediento de imágenes confiables, pero al no contar con ellas tiene que remplazarlas con el uso de la memoria y la imaginación.
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