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Cómo se descubrió el lenguaje secreto de las neuronas y la primera persona que pudo escucharlo

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Cómo se descubrió el lenguaje secreto de las neuronas y la primera persona que pudo escucharlo

 

En 1928, Edgar Adrian, Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1932, fue la primera persona que pudo escuchar el lenguaje secreto de las neuronas.

 

 

Para ello, dejó al descubierto un conjunto de axones de un cerebro de un conejo anestesiado. Separó todos los axones y colocó un electrodo en ellos menos en dos o tres. Adrian contempló una descarga eléctrica cada vez que el conejo respiraba.

 


Finalmente, Adrian acopló un altazon al electrodo y, acto seguido, empezó a oír una especie de chasquidos, como los rápidos golpes secos del código Morse. El ruido era una señal eléctrica.

 

 


Aquella señal eléctrica que Adrian estaba escuchando era un potencial de acción, la unidad básica de la comunicación neuronal. Así es como explica que se produce Eric Kandel en su libro La nueva biología de la mente.

 

 

El interior de la membrana que rodea a una neurona y su axón tienen una ligera carga eléctrica negativa en relación con el exterior. Esa carga se debe a una distribución desigual de los iones (átomos cargados de electricidad) que hay a cada lado de la membrana celular. A causa de esa distribución desigual de los iones, cada neurona es como una pila diminuta donde se almacena una pequeña cantidad de electricidad que se libera en cualquier momento.

 

 


La rápida descarga de energía hace que la neurona genera un potencial de acción. Esa señal eléctrica se propaga con rapidez a lo largo de la neurona, desde el cuerpo celular hasta el extremo del axón. Todo lo que vemos, tocamos, oímos y pensamos empieza cuando esos picos de electricidad recorren velozmente la neurona de un extremo a otro.

 

 

Más tarde, Adrian registaría las señales eléctricas procedentes de axones individuales del nervio óptico de un sapo. Además, amplifició las señales para que se pudieran contemplar en un osciloscopio antiguo, como si se tratara de un gráfico bidimensional.

 

 

 


Ya podemos leer palabras directamente de nuestro cerebro gracias a la IA
Descubrió también que una neurona no indica su intensidad modificando la fuerza o duración de sus potenciales de acción (no es lo mismo distinguir el roce de la piel que un golpe fuerte o una luz tenue de una brillante). La intensidad se revelaba variando la frecuencia con la que genera los potenciales de acción. Un estímulo débil hace que la célula genere solo unos pocos potenciales, mientras que un estímulo intenso produce impulsos mucho más frecuentes.

 

 

 

 

Fuente: Xataka Ciencia
Por: Maria Laura Espinoza
Twitter: @i_am_LauEz14

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