Desde principios de este década, un equipo de investigadores de los Laboratorios Nacionales Sandia, en EE. UU., ultima el desarrollo de un nuevo tipo de proyectiles para armas de fuego de pequeño calibre capaces de impactar en un objetivo situado a casi dos kilómetros de distancia. De hecho, estos ingenios pueden alterar su trayectoria para alcanzarlo aunque se encuentre oculto a la vista del tirador, por ejemplo escondido tras un contenedor.
Para ello, han debido ser fijados previamente con un láser. Las balas, que en esencia funcionan como un minimisil, consiguen orientarse hacia la diana gracias un sistema de rastreo. Este está integrado por un sensor óptico capaz de detectar el haz, un procesador que gestiona la información que le proporcionan el anterior y una batería. En función de los datos recibidos, unos actuadores electromagnéticos despliegan unas pequeñas aletas que dirigen el proyectil hasta el blanco. Durante los ensayos, un led fijado a estas balas autoguiadas permite seguir su vuelo.
El dispositivo se encuentra de momento en fase experimental, pero los primeros prototipos solo yerran los objetivos situados a un kilómetro de distancia por menos de 20 centímetros, cuando, en situaciones de combate, los proyectiles convencionales disparados desdearmas no equipadas con sistemas especiales de puntería pueden hacerlo por hasta 9 metros, según los expertos de los Laboratorios Sandia.
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