Casi siempre solemos culpar a nuestro compañero de alcoba cuando algo va mal debajo de las sábanas. Sin embargo, puede que la causa de las relaciones sexuales poco satisfactorias esté provocada por nosotras mismas. Pero tranquila, se puede solucionar.
1. Tu apetito es falso
Tienes sexo por tenerlo, sinceramente. Crees que tu cuerpo te lo pide pero puede que, en realidad, te esté pidiendo que desconectes y busques otros sentimientos para poder encontrar ese apetito sexual de nuevo.
2. No todos los encuentros sexuales serán iguales
Y no todos serán como aquella magnífica vez que disfrutaste como nunca. Tu cerebro recuerda todas esas maravillosas ocasiones y pretende que se repitan, lo que crea bastante frustración. Evita tener expectativas y así podrás encontrarte con nuevas situaciones que disfrutar.
3. Tienes el sexo idealizado
En este caso, el fracaso está asegurado. Sobre todo porque, si va mal, le echarás la culpa a tu pareja y no admitirás tu parte de culpa. Una vez más, ¡déjate de expectativas!
4. La otra persona no siempre sabe lo que te gusta
Si pensamos que nuestro compañero va a satisfacer mágicamente todos nuestros deseos sexuales, estamos equivocadas. Sin embargo, podemos solucionarlo haciéndole saber lo que nos gusta.
5. No dejes que la ira o el estrés se apoderen de ti
Lo mejor del sexo es que permite que te evadas y disfrutes de tu cuerpo. Pero si estás estresada, no conseguirás aprovechar esos momentos especiales. Aparta esos sentimientos de ti y verás cómo tus relaciones mejoran.
6. Los problemas en la cama siempre tienen solución
Normalmente echamos la culpa de nuestros problemas en la cama a las hormonas, a nuestra pareja o a alguna disfunción fisiológica cuando, en realidad, todo está en nuestra cabeza. Descubre cuál es la raíz del problema y conseguirás resolverlo en la práctica.
7. El sexo es mejor si va acompañado de sentimientos
Aunque el sexo ocasional o el flirteo sean beneficiosos, lo cierto es que lasrelaciones sexuales suelen ser más placenteras cuando se tienen con personas con las que tenemos un vínculo afectivo. La confianza, la seguridad y la complicidad se trasladan a la cama y hacen que vuestros encuentros sean más divertidos.
Fuente: Cosmopolitan