En los tiempos que vivimos, la ansiedad en las mujeres que desean formar una pareja puede ser un factor que perturbe la conquista amorosa. Qué actitudes asustan a los hombres y cuáles convienen practicar.
Hasta las mujeres más creídas de su mesura, las orgullosas de sus actos reflexivos, pueden caer bajo las garras de la ansiedad. Ante la probabilidad de que su hombre se “esfume”, ellas desesperan y hacen lo imposible para retenerlo. De esta manera, se asumen como la parte activa de la relación y cometen algunos errores:
El diablo en el cuerpo
Una cuestión es pretender contrarrestar el avance del tiempo. Antes de que la edad deje sus marcas en el cuerpo, ellas lo habrán “marcado” preventivamente. No critico la decisión de sentirse plenas y conquistables. Critico la falta de singularidad y la masificación de la idea de belleza.
¿Es necesario que la mujer se rebaje a perder su estilo? Es aquí donde se pone en evidencia el mecanismo interno: la homogeneidad es un reaseguro para la autoestima caída. Ellas quieren tener la certeza de que el conjunto de modos de seducción ya han sido probados y están listos para usar. Las mujeres subordinan sus capacidades más nobles y se dejan llevar por los prototipos de mujer que debe seducir.
¿Quién entiende a las mujeres?
El otro factor que la mujer tiene que tener muy en cuenta a la hora de acercarse a un hombre es el “pensamiento rebuscado”. El pensamiento femenino tiene tantos ribetes que el hombre teme sentirse atrapado, con la sensación creciente que nada de lo que haga va a ser suficiente para “ordenarlo”.
Los sentimientos de inferioridad las vuelven temerosas y dependientes. Destacan los errores del otro y dejan de lado los aciertos. Ante un panorama “óptimo”, con un hombre al lado que cualquiera envidiaría por su bondad y compromiso, ellas hacen lo imposible para hacerle saber que necesitan otras virtudes. El mundo femenino es un misterio que el hombre actual no está dispuesto a descubrir, menos que menos en la fase de conquista.
El pasado me condena
La mujer que se convierte en mártir de un pasado cruel y lo expone a su partenaire con la finalidad de conmoverlo, seguirá siguiendo víctima de desplantes. Las malas experiencias anteriores no son más que eso: experiencias de vida. Su amplificación por medio de detalles y personajes conspirativos es inquietante para una telenovela, pero no para un encuentro amoroso.
Los hombres se compadecen con la angustia pretérita del otro, es más, los motiva a referir las propias y a contenerse mutuamente. ¡Qué cosa más bella es sentir que ambos son sobrevivientes del dolor y que tienen por delante el compromiso de sanarlo! Todo en la justa dosis, sin víctimas ni victimarios, sólo experiencia de vida.
Pareja o semental
El otro factor clásico de la feminidad que asusta a los hombres, por su presentación exacerbada y hasta patética, es la obsesión por la maternidad. Muchas mujeres buscan parejas para concretar el sueño de ser madres; los hombres lo saben y están atentos.
Ellos no quieren ser animales que aportan el semen, y adiós. Creen que quedarán desplazados del vínculo madre-hijo, ubicados en el rol de seminales, proveedores de dinero y bienestar. Se sienten engañados, apresados en una obligación que durará de por vida.
La individualidad egoísta
Hay mujeres que no insisten con el tema de la maternidad o ya tienen hijos de parejas anteriores y, ahora, en la búsqueda de una nueva relación, defenderán a ultranza la autonomía lograda. Los nuevos atributos de género también requieren una defensa permanente para conseguir constancia en el tiempo.
El hombre difícilmente permanecerá al lado si “descubre” que la salvaguarda de la nueva feminidad es un estandarte irrevocable.
Entonces, ¿qué hacer?
Hay que tener en cuenta que los vínculos amorosos se construyen de a dos, gradualmente, sumando voluntades y sin perder la individualidad. La ansiedad por generar acciones rápidas y efectivas aleja a las mujeres de tácticas congruentes y de sus deseos más profundos.
Fuente: BlogTravieso