El pelo está recubierto de una capa de lípidos y agua que envuelve la superficie y lo protege. La parte más externa del pelo está recubierta por escamas que van selladas. Cuando el cabello está castigado, pierden la unión entre ellas y se abren, perdiendo el agua y los lípidos. “Cuando esto ocurre, el interior del cabello queda expuesto y deshidratado. Además, la alteración de la queratina del cabello hace que éste sea más frágil y quebradizo”, explica Patricia Martínez Rodes, farmacéutica de la Farmacia Ocarasa, en Orihuela (Alicante).
Esto hay que tenerlo en cuenta porque “en verano estamos sometidos de manera continuada a la exposición de las radiaciones ultravioleta del sol, al contacto con la sal del mar, al cloro de las piscinas, al viento, a la humedad, etc.”.
Martínez indica que todo ello puede afectar a la integridad y el bienestar del cabello. “Como ocurre con la piel, dosis pequeñas de sol no afectan al cabello, pero una exposición prolongada y sin protección castiga el pelo y favorece que se queme, se haga más frágil, se deshidrate y pierda color, entre otros.
La experta explica, uno por uno, los principales daños que produce el sol sobre el pelo en verano:
Modifica la textura: los rayos UVA y los UVB modifican la textura y la apariencia del cabello.
Rompe las puntas y aclara el color: el sol es responsable de la oxidación y formación de radicales libres, lo que hace que se altere la cisteína. La cisteína es un aminoácido no esencial y principal constituyente de la queratina. Esto hace que las puntas se rompan y la melanina se aclare.
Deshidrata y favorece la pérdida de flexibilidad: esto hace que el pelo se vea más áspero, quebradizo y sin vitalidad. Además del sol, el cloro de las piscinas, la sal del mar, la arena, el viento y la humedad, afectan al equilibrio del cabello. Lo deshidratan, decoloran y despigmentan.
Hace que el pelo sea más quebradizo: el cabello se torna poroso, seco, sin luz y mucho más quebradizo.
Altera la cutícula: el calor del sol provoca que se altere la cutícula, dando como consecuencia una pérdida de agua, aminoácidos, lípidos y pigmentos.
Picor: el agua del mar y de la piscina puede hacer que el pelo se irrite, teniendo la sensación de picor o quemazón. Además, la humedad mantenida contribuye a la degradación de la melanina y la decoloración de las puntas.
Cabellos con más riesgo
Todas estas consecuencias pueden darse con mayor intensidad en personas que se han realizado decoloraciones, tintes o tratamientos que debilitan el pelo y que alteran su capa de agua y su defensa natural. También, como indica Martínez, los cabellos más claros son más sensibles.
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Por Confirmado: Gabriella Garcés