Los fetiches vienen en muchas formas y tamaños. Tu cartero podría tener un fetiche con los pies. Tu contador podría ser el esclavo sexual de alguien. Tu mejor amigo podría utilizar un látigo todos las noches, etc.
Y gracias al Internet, los fetiches nunca habían estado tan presentes en nuestra vida sexual ni se habían vuelto de índole pública y popular. Es más, gracias a la alta demanda, se ha hecho más pornografía para satisfacer hasta el fetiche más raro. Pero sólo porque el público esté pendiente de su existencia, no quiere decir que aún así sea seguro hablar de ellos.
La mayoría de las personas sabe que hablar de un fetiche con su pareja podría ser un momento definitivo para la relación. Después de todo, los fetiches no son controlables. Así como a ti te gustan los hombres, tu pareja podría no evitar su erección al ver tus pies.
Y tal vez no te lo diga directamente, pero ¿qué harías si tu galán te dijera que quiere hacerle el amor a una parte diferente de tu cuerpo? ¡Es raro! Y en el momento podrías decirle que sí, pero eso no quiere decir que lo vayas a disfrutar con él.
Antes que nada, no tengas miedo. Sólo porque tenga un fetiche, no quiere decir que sea una mala persona o sea un depravado, simplemente tiene gustos sexuales diferentes. ¿Por qué no hacer el intento? Tú no sabes, ¿y si termina gustándote a ti también? Claro que, si estamos hablando de un fetiche arriesgado o peligroso, no temas en decirle que no. Sin importar qué tanto te agrade el chico, no puedes ponerte en riesgo por amor.
Habiendo dicho esto, ¿por qué no darle chance? Tu pareja lo apreciará y, a lo mucho, podrías encontrar un fetiche que nunca habías considerado en la vida. ¿Cómo puedes decirle que no a algo que nuca has intentado?
Aunque, si no es lo tuyo, tu pareja entenderá que es muy raro para ser aceptado. Aunque no lo creas, también hay que negociar en la cama; la clave está en tener una sesión apasionada satisfactoria para ambos.
Diario contraste
Por Confirmado: Gabriella Garcés