Las parejas que llevan mucho tiempo juntas echan de menos la excitación que genera lo nuevo y desconocido. Es normal. A todos nos cansa la rutina. Está en la naturaleza humana buscar la novedad, lo imprevisible, aquello que nos hace sentirnos vivos.
Pero, por tópico que suene, uno no termina nunca de conocerse a sí mismo, y menos aún a la otra persona. De hecho, la rutina y los hábitos pueden actuar como una capa de humo que impide que las miradas se crucen y la chispa vuele de un corazón a otro.
Pero la excitación, las risas y el interés pueden avivarse como un buen fuego. San Valentín es una buena fecha para quitarle telarañas a nuestra relación, en lugar de cumplir con un regalo llamativo o comprado en el último momento, que solo añadirá un breve instante de excitación. Vamos allá.
• En la cama, ¿alguna vez han hablado con sinceridad? Pues ya es hora. Pero cuidado, es mejor hablar “antes de”. Encuéntrense en un ambiente relajado, como por ejemplo cenando algo informal en el sofá. Sí, suena poco erótico, pero favorece la complicidad y la confianza, que son las bases de una relación sólida. La sinceridad y el contenido de las confidencias que se hagan serán suficientes para que les entren ganas de pasar al dormitorio. ¿De qué hablar? Quizás lo que siempre has creído que le gusta no le gusta tanto pero hace que sí para complacerte, y viceversa. Cuéntense lo que de verdad les excita. Lo que en realidad no les gusta. Lo que siempre han querido probar pero no se atreven.
• El turismo gastronómico o cultural es estupendo, pero puede palidecer al lado de unasvacaciones sexys. Unos días dedicados exclusivamente al juego, la entrega y el placer. Vayan a un sitio donde nadie les conozca y rétense a hacer todo aquello que les atraiga tanto como les asusta o les avergüenza. Nadie les conoce, así que jueguen, disfrácense, sean osados, arriésguense incluso a que les echen de un lugar público. Las risas posteriores están garantizadas (y ya se sabe que la risa conduce al deseo).
• ¿Qué es lo que te hace sentir sexy? Sin duda, no el chándal y el carrito de la compra. Elementos necesarios en la vida de una mujer normal, cierto, pero no te dejes abducir por el rol de mamá ni el de sufrida esposa. Recuerda qué llevabas puesto la última vez que te sentiste muy sexy. ¿Fue un vestido en especial? ¿La lencería? ¿El maquillaje? ¿El hecho de ir depilada y exfoliada? Recuerda también qué tipo de ambientes y situaciones excitan tu sensualidad. La música clásica, el perfume de tu pareja, el poder pasearte desnuda sin los niños alrededor… Proponte recrear esas situaciones tan a menudo como puedas.
• Organiza una reunión erótica de amigas. A las mujeres nos encanta compartir sentimientos, experiencias o dudas con nuestras amigas. Pero hay ciertos temas que no se mencionan. Porque todavía nos pesa la educación o porque mamá nos dijo que debíamos ser unas señoritas. Invita a tus amigas a que todas hablen de su vida íntima, puesto que las experiencias de unas servirán para enriquecer la vida de otras. Si aún así les puede el pudor, ¿qué les parece este juego? Cada una escriba en un papel algo que le excite mucho, o su juego erótico favorito (a solas o en pareja), o cómo le dice a su pareja lo que desea que le haga… Después, métanlo en una bolsa para respetar el anonimato. Lean los papelitos en voz alta y comenten. Se irán todas a casa repletas de ideas sugerentes.
• Complácele… o haz que te complazca. La pareja es un sutil equilibrio entre el dar y el recibir, se trata de negociar continuamente… Sí, pero ahora estamos hablando de su parte más lúdica. Disfruta de la liberación que supone aparcar por un rato el papel de adultos maduros o padres responsables. Dile a tu pareja que estás dispuesta a hacerle lo que más le guste, sin pedir nada a cambio. O bien ofrécele ser tú quien se ponga en el papel dominante. Hagan un pacto para que ciertas noches estén dedicadas a que uno de los dos complazca al otro. Verán qué sexy.
Fuente: ActitudFem