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¿Cómo aceptar la pérdida de un embarazo?

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¿Cómo aceptar la pérdida de un embarazo?

De este momento se espera alegría, felicidad plena y sentimientos de incondicionalidad. Pero, como en toda etapa de la vida, hay otra parte a la que llamo “la parte no tan feliz” de la maternidad y la paternidad. Se trata de las personas que viven alguna situación difícil: porque el bebé no llega, por algún diagnóstico complicado, por necesitar reposo prolongado o por la pérdida del embarazo.

 

Frente a esta última situación, más frecuente de lo esperado, se desatan distintas emociones y sentimientos, que en general cada miembro de la pareja vive diferente.

 

La primera gran sensación que se comparte es “no voy a poder salir de esto”, acompañado de signos de desgano generalizado y llanto inconsolable. En los sucesivos días se suele convivir con enojo:

 

– Enojo con el médico que atendió durante el embarazo y/o parto.

 

– Enojo con la institución que los recibió.

 

– Enojo con Dios.

 

Son todos intentos de buscar un responsable, una explicación cuando desde lo médico a veces no la hay, o no alcanza.

 

 

 

“¿Por qué a mi?”

 

Pueden devenir las culpas. “Habrá sido porque yo…” con distintas opciones que pueden completar esta frase, desde cuestiones físicas (como levantar peso y subir escaleras), pasando por lo emocional (conexión/alegría por el embarazo, las situaciones de estrés), llegando a lo místico (castigos y destinos).

 

La búsqueda de una explicación, acompañada de la fórmula “por qué a mí?”, se mete por todos los rincones que el razonamiento, las hipótesis y cualquier paradigma puedan brindar. Este es un momento difícil que deberá devenir en aceptación de la situación para abrir las puertas al proceso de duelo.

 

 

 

¿Qué es el duelo?

 

Es el proceso de elaboración en relación a una situación de pérdida, tanto de ausencia física de algún ser querido como de un proyecto, de una ilusión. Es un período de adaptación a la nueva situación, acomodación de los sentimientos de pérdida y construcción de la idea de lo que vendrá.

 

Por supuesto que la modalidad de este proceso y el tiempo que demanda varía en cada persona. Pero, en líneas generales, podemos decir que las etapas son:

 

– Registro de la pérdida.

 

– Adaptación a la misma.

 

– Elaboración de la misma.

 

– Convivencia saludable con la marca que esta pérdida deja.

 

Es necesario atravesar estas etapas para poder continuar con una vida emocional saludable. De no ser así, puede dar lugar el desarrollo de un duelo patológico: un proceso que se manifiesta con síntomas físicos como la fatiga, astenia, depresión, situación maníaca y aislamiento, entre otros.

 

Es sugerible asistir a la consulta con un profesional:

 

– Cuando aparecen manifestaciones que llaman la atención. Por ejemplo: “parece como si no le afectara”, “lo elaboró demasiado rápido”, “ni lo/a nombra”, etc.

 

– Si se observa que la persona no puede continuar con su vida habitual.

 

– Cada vez que evaluemos que no la persona no está pudiendo sola, que necesita ayuda.

 

– Cuando se requiere contención u orientación para acompañar a los niños.

 

– Frente a nuevos síntomas físicos y/o emocionales afectivos.

 

 

 

¿Cómo deben actuar las personas cercanas?

 

Para ayudar a quien está atravesando un proceso de duelo, la idea sería poder ponerse a disposición de quien lo protagoniza y acompañarlo según sus necesidades y condiciones.

 

Algunas personas necesitan conversar acerca de lo sucedido, otras no pueden hacerlo hasta que no haya avanzado en las etapas del duelo. Hay quienes necesitan compañía permanente y quienes lo viven como un camino solitario. Es necesario respetar la singularidad de cada uno para poder acompañar y ayudar de verdad.

 

 

 

Los roles hombre-mujer

 

En la pareja suele haber roles diferentes para el hombre y la mujer. Se distribuyen sin planificación previa y son influenciados por mandatos culturales. Se supone que el hombre ocupa el lugar del fuerte, del sostenedor de su mujer, y no demuestra su afecto y su dolor.

 

Esto suele ser un esfuerzo enorme para el hombre y, en la mayoría de los casos, con resultados poco exitosos. La mujer siente que él no la acompaña, que no le importa lo sucedido, que “está en otra”.

 

Diferencias estructurales mediante, el género masculino suele tener rasgos más pragmáticos, negadores y calculadores que lo llevan a manifestar frases como: “ya pasó”, “miremos para adelante”, “demos vuelta la página”.

 

Esto genera distanciamiento con la mujer que (también por rasgos estructurales) necesita hablar de ello, tomarse su tiempo para transitar el dolor y no pensar en el día de mañana sin resolver el aquí y ahora.

 

Es sugerible que cada uno exprese lo que siente, manifieste lo que necesita del otro y que se puede compartir el dolor, como así también se puede tener un proceso distinto y eso no significa indiferencia.

 

 

 

¿Cómo se trabaja en terapia?

 

Mi experiencia en el consultorio al recibir a muchas parejas en esta situación y acompañarlas en la elaboración del duelo me lleva a transmitir con total seguridad: “tranquilos, de esto se sale”.

 

El espacio terapéutico tiene como objetivos:

 

– Asegurarse de una correcta elaboración del duelo.

 

– Diagnosticar a tiempo y trabajar sobre un duelo patológico.

 

– Acercar a las parejas a compartir el dolor.

 

– Acompañar en el inicio de un nuevo embarazo liberando temores y angustias.

 

Efectivamente se puede, se sale, se logra convivir con esa marca sin olvidar (ningún padre desea olvidar lo sucedido), pero acotando el espacio que ocupa para dar lugar a una vida saludable y disfrutable.

 

Fuente: EntreMujeres

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