Cerca de 200 países adoptaron en la cumbre del clima de Dubái un acuerdo que diferentes líderes mundiales calificaron de “histórico” ya que, con matices, encauza al mundo a empezar a dejar atrás los combustibles fósiles.
Estas son algunas de las claves para entender el «Balance Global» y lo que implica:
Global stocktake
El texto es el primer «Balance Global» que se hace desde el Acuerdo de París. Revisa los esfuerzos en materia de acción climática que los países han llevado a cabo desde 2015 y concluye en un aumento de los compromisos para lograr los objetivos adoptados en la capital francesa: lograr que el calentamiento del planeta no supere el grado y medio para finales de este siglo.
Consenso
El acuerdo fue adoptado formalmente en el plenario de la COP28 por consenso, que no quiere decir unanimidad. Aunque hasta el último momento no había aún certeza de que ningún país lo fuera a tumbar -todos los ojos estaban puestos en Arabia Saudí, que se había colocado como la principal oposición al texto-, finalmente nadie objetó.
Concesiones
Al requerir consenso para salir adelante, las negociaciones de las decisiones que se adoptan en las cumbres del clima exigen cierta flexibilidad por parte de los países, así como todo un despliegue táctico de alianzas, conversaciones para convencer a otros bloques de países y juegos con el lenguaje.
En el Balance Global, el tira y afloja se vio claramente en torno a varios términos: uno, “phase out” (en español, eliminación progresiva) y, otro, “unabated” (sin técnicas de mitigación).
Las negociaciones fueron cambiando las palabras para que tomaran la forma que podrían adoptar el conjunto de países representados en la COP28, si bien esto decepcionó a algunos de los países que exigían un vocabulario más preciso, y a la sociedad civil.
Reducción de emisiones
El acuerdo recoge las metas de descarbonización que recomienda la comunidad científica para asegurar un futuro habitable para todo el planeta: rebajar las emisiones en al menos un 43 % para 2030 y en un 6 % para 2035 respecto a los niveles de 2019, a fin de lograr la neutralidad en carbono en 2050.
Diferentes opciones
Para lograr esos objetivos, el texto deja a la elección de los países la fórmula para lograr esas reducciones de emisiones “rápidas, profundas y sostenidas”, en línea con lo que dice la ciencia y y de acuerdo a sus circunstancias, vías y enfoques nacionales, y ofrece una serie de opciones.
Combustibles fósiles
Entre las medidas que pide a los países, se les insta a iniciar una transición para que sus sistemas energéticos se despeguen de los combustibles fósiles, “de manera justa, ordenada y equitativa” y en «esta década crítica”.
Tecnologías bajas en carbono
El acuerdo propone también acelerar las tecnologías de bajas o cero emisiones, entre ellas, “renovables, nuclear y las de captura y almacenamiento de carbono (CCS, en inglés), en particular en los sectores difíciles de descarbonizar, así como la producción de hidrógeno bajo en emisiones”.
Reducir el carbón
Por otro lado, hace un llamamiento a acelerar los esfuerzos para reducir progresivamente el uso de energía basada en carbón sin sistemas de mitigación (aquí se introdujo el término “unabated”).
Subsidios ineficientes
Se pide a los países que eliminen gradualmente y lo antes posible los subsidios «ineficientes» a los combustibles fósiles “que no abordan la pobreza energética ni las transiciones justas”.
Energía renovable
Incluye también los objetivos de triplicar la capacidad de energía renovable a nivel mundial y duplicar la tasa anual promedio global de mejora en la eficiencia energética para 2030.
“Combustibles de transición”
Uno de los aspectos más criticados del texto ha sido que reconoce el papel de los combustibles de transición -el gas es considerado por muchos el combustible de la transición- para facilitar la transición energética garantizando al mismo tiempo la seguridad energética.
EFE