El cineasta cubano Lilo Vilaplana prepara un nuevo filme sobre las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, más conocidas por sus siglas UMAP. Recopila testimonios de personas que pasaron por estos campos de concentración en Cuba. Y como ha expresado en sus redes sociales: «Estos hombres fueron llevados a los campos de concentración que el castrismo llamó UMAP por diferentes causas, pero había un solo motivo: ellos no querían que el comunismo se instalará en la isla”.
El cineasta cubano, director de las cintas Plantados y plantadas, para esta película sobre las UMAP ha organizado un Gofundme. Este nuevo proyecto es del propio Lilo Vilaplana y de Reinol Rodríguez.
La página de recaudación de fondos explica que «las UMAP son uno de los capítulos más condenables y menos conocidos de la historia insular. Utilizaron el inocente nombre de Unidades Militares de Ayuda a la Producción para ocultar la versión caribeña de un sistema de detención y reclusión”.
“En estos campamentos se encerró a sacerdotes, seminaristas, pastores religiosos, jóvenes, estudiantes, obreros, artistas, campesinos y profesionales. Con algunos de estos grupos, se intentó desprestigiar y confundir a la mayoría de los confinados. Al castigo se sumaba la humillación”, indicó.
“La jerga despectiva utilizada-dijo- los insultaba con términos como: lumpen, parásitos, vagos, gusanos, o sencillamente maricones. Las UMAP eran campos de trabajos forzados, donde se cometieron abusos que a menudo resultaban en graves consecuencias para los reclusos», agregó.
¿En qué consistían los campos de concentración de Cuba?
Entre 1965 y 1968, bajo la cobertura de la Ley del Servicio Militar Obligatorio, creó cientos de campos de trabajo forzado. Así nacieron las Unidades Militares de Apoyo a la Producción. El régimen cubano ha intentado ocultar la verdadera realidad de estos campos de concentración.
En agosto del pasado año, el periodista y profesor cubano José Raúl Gallego compartió en sus redes sociales documentos oficiales de la época de las UMAP.
Gallego precisó entonces: «Me fueron entregados por una fuente que pidió su publicación y solo puso dos condiciones: anonimato y acceso abierto. Están disponibles sin marcas de agua, obligatoriedad de registro, ni pagos, para que puedan ser difundidos, leídos y usados por ciudadanos, periodistas e investigadores, con el objetivo de que sean analizados y contextualizados para una comprensión más certera y situada de la información que aportan».
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En 2022 también se publicaba el libro El cuerpo nunca olvida: trabajo forzado, hombre nuevo y memoria en Cuba (1959-1980), del investigador Abel Sierra Madero.
EFE