Chúo Torrealba posee una inteligenicia penetrante, un verbo incisivo, una actitud combativa y una postura progresista, afirma Moleiro
C on el nombramiento de Jesús «Chúo» Torrealba en la Secretaría Ejecutiva de la MUD, la Oposición se desprende, al menos en parte, de la tiranía de la confusión, y concreta, en el último segundo, como si se tratara de la electrizante final de un partido de baloncesto, un pequeño milagro.
Varias veces se dijo, no sin razón, que la sustitución de Ramón Guillermo Aveledo no iba a ser una tarea sencilla. Justo cuando todo parecía indicar que la Opinión Pública tendría que conformarse con una solución parcial, que comportara costos con los cuales habría que cargar por un tiempo más, apareció el nombre de Torrealba.
La alianza de partidos de la Mesa preserva los espacios y conquistas unitarias, deteniendo en el último minuto el avance de la fractura; obtiene un nuevo eje para fundamentar los protocolos en su funcionamiento, y encuentra un sustituto casi inmejorable para darle continuidad a la labor de Aveledo.
La candidatura de Torrealba acercó de nuevo posiciones que parecían irreconciliables y nos permite aproximarnos a los eventos que se aproximan con un razonable margen de optimismo.
El asunto va bastante más allá de que Torrealba «conozca los barrios». La afirmación en sí misma constituye toda una frivolidad: «los barrios» no son constelaciones planetarias o abstracciones metafísicas; son realidades concretas que el país tiene en sus narices. También el resto de los dirigentes de la Mesa frecuenta, en mayor o menor medida, las zonas populares.
Torrealba conoce muy bien la agenda social de los sectores humildes y tiene un vínculo orgánico con dirigentes populares en todo el país, lo cual, por sí solo, ya sería muchísimo. Tiene, además, otros atributos, sobre los cuales puedo dar testimonio personal: es un sujeto de una penetrante inteligencia, con un verbo incisivo, una actitud combativa, una postura progresista, y una cabal comprensión de la dinámica política nacional y el momento que estamos viviendo.
Es decir: Torrealba parece tener claro que en el país hay un vacío que llenar en materia de matrices y percepciones públicas. Esto que afirmo no me lo contaron por ahí: me consta. El tan invocado, y necesario, trabajo cotidiano de agitación y activismo que le permita a la MUD capitalizar el enorme desconsuelo existente en todos los estamentos de la nación. No obtendrá jamás la Oposición la mayoría que necesita para concretar una nueva voluntad nacional si no logra superar sus predecibles y cíclicos- esfuerzos de aproximación con las masas.
El nuevo Secretario Ejecutivo de la MUD tendrá, con toda seguridad, límites en su proceder, barreras que son inherentes a su cargo. Deberá tener mucha prudencia para no crear incordios entre sus compañeros y poder honrar la encomienda.
Eso no nos impide inferir que en las conversaciones previas a su designación, los dirigentes de la Unidad hayan acordado que su llegada, que coincide con el agravamiento de los males nacionales, debe constituir una palanca para relanzar a la calle el descontento social y económico.
Lo que la gente le está pidiendo a la MUD es que abandone el escritorio. Que denuncie los daños patrimoniales, las mafias que tercerizan, los casos de corrupción más escandalosos, los errores de bulto en la economía. Que coloque al venezolano frente al espejo de la destrucción nacional y termine de transformarse en una auténtica alternativa.
A fin de cuentas, el estado del país es lo suficientemente calamitoso para que radicales y moderados terminen conviniendo sobre lo fundamental: el chavismo ha quebrado a la nación administrando de forma manirrota e inmoral los recursos del fisco en los años de la abundancia, y tal circunstancia hay que salir a denunciarla, ofreciendo a la gente soluciones.
Se aproximan en el horizonte, de nuevo, costas electorales, que ofrecen enormes oportunidades. Ya no están tan lejanas. El chavismo se está erosionando a una velocidad que no deja de sorprender.
Las pasiones están atenuadas: hasta el más iracundo e irracional de los militantes oficialistas tiene claro que el país cursa una espantosa crisis económica que no se merece.
El panorama de la Oposición, puertas adentro, sigue presentando complicaciones. Hay una disputa sorda por ejes de influencia en el liderazgo, y una comprobada inhabilidad para trabajar con la gente de forma integrada y permanente. Tradicionalmente, sin embargo, las citas electorales han servido de plataforma para honrar la tradición de la Unidad.
La presencia de «Chúo» Torrealba en la Secretaría Ejecutiva, sin embargo, es un paso adelante. Por sí solo no resolverá la enormidad del problema, claro está.
Debemos tomarla, pienso, como lo que es: un frasco de vitaminas a la causa del optimismo.
Editorial de Tal Cual
Alonso Moleiro