Tras 15 meses en el poder, Gabriel Boric se ha quedado sin agenda política luego de dos descalabros electorales: el primero, en septiembre pasado cuando fue rechazado de manera contundente (62% votó no) el texto constitucional propuesto para reemplazar la carta magna vigente, que tuvo su origen (1980) en la dictadura de Augusto Pinochet; el segundo, este primer domingo de mayo en la elección de los 50 constituyentes que elaborarán una nueva propuesta constitucional.
Los resultados de la votación del domingo le dieron 33 de los 50 escaños electos a las fuerzas de la derecha representadas por el Partido Republicano (22) y la coalición Chile Vamos (11).
El Partido Republicano es el que lidera José Antonio Kast, derrotado por Boric en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebrada en diciembre de 2021 y que ahora, al tener más de 2/5 de los constituyentes, es el único con derecho a veto sobre cualquier artículo del texto constitucional que se elaborará. Kast, señalado como un duro conservador en la tradición de Margaret Thatcher, se opuso desde el principio al cambio de la Constitución. «La que tenemos, dijo, nos ha dado estabilidad y progreso».
Las organizaciones políticas que respaldan el gobierno obtuvieron los 17 puestos restantes (hay uno adicional para los pueblos originarios) y diversos analistas en Chile consideran que el «desafío constitucional está cuesta arriba» e, incluso, la sobrevivencia del sistema político. Por lo pronto, se habla del fin de un «ciclo político» y se intuye que la nueva propuesta constitucional, prevista a votarse en diciembre, pudiera ser más conservadora que la carta magna actual.
Boric, lastrado por una incierta situación económica y graves problemas de seguridad pública, escogió una estrategia muy distinta a la que asumió durante el debate y votación del primer texto constitucional. De un activismo desmedido, pasó al ocultamiento, para evitar que la previsible derrota se le endosara a él. No tuvo éxito en ningún escenario. Es un nuevo revés para el gobierno, coinciden analistas. El presidente habló, sin embargo, el domingo en la noche. «No cometan el mismo error que cometimos nosotros», le dijo a los vencedores en alusión a la Convención Constitucional fracasada en 2022 en la que la izquierda controló la discusión.
Las vueltas de la política colocan ahora a quienes rechazaban el cambio constitucional en la responsabilidad de proponer un texto, y a quienes abogaban por el cambio -y una peligrosa «refundación», según las primeras intenciones- sin la propuesta fundamental que los aupó al poder. En Chile se preguntan si el “progresismo” está en verdad conectado con la gente, que parece reclamar orden, seguridad y libertad para elegir.
Por lo demás, no hay una tacha al proceso electoral: alta participación (es obligatoria), pulcritud, rapidez en el conocimiento de los resultados y aceptación de las partes. Como deben procesarse y dirimirse las controversias en una sociedad democrática.
José Antonio Kast, líder del Partido Republicano de Chile