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Chavismo sustituye papel higiénico con «más patria»

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Chavismo sustituye papel higiénico con «más patria»

Nikita Khrushchev, quien sucedió a José Stalin al timón de la antigua Unión Soviética, alertó alguna vez sobre el riesgo para la Revolución Bolchevique que representaba la escasez de productos, explicando que si la gente no tenía acceso a la leche o a los zapatos no había manera de convencerles que el marxismo era algo bueno.

 

Pero la advertencia parece haber caído en oídos sordos entre los líderes del Socialismo del Siglo XXI, quienes décadas después tratan de convencer a los venezolanos de no darle tanta importancia a que no consiguen pollo, harina de maíz o papel higiénico porque la Revolución Bolivariana les ha traído “patria”.

 

“Nosotros somos los hijos y las hijas de los libertadores de este continente”, declaró el sábado el canciller venezolano, Elías Jaua, mientras desestimaba las críticas del líder de la oposición, Henrique Capriles, de que el régimen bolivariano había destruido el aparato productivo hasta tal extremo de que en el país no se consigue papel higiénico.

 

“De manera que puede agarrar este rollo de papel [higiénico], este burguesito, y se lo mete donde mejor le quepa, porque aquí tenemos patria bolivariana, revolucionaria, socialista”, manifestó Jaua.

 

Las declaraciones fueron emitidas en momentos en que el país atraviesa por un agudo problema de desabastecimiento que incrementa el descontento contra el régimen de Nicolás Maduro.

 

El índice de escasez del país llegó a su punto más alto desde que el Banco Central de Venezuela comenzó a hacer seguimiento en el 2009, ubicándose en niveles del 21 por ciento. Es decir, que de cada 100 productos en observación, 21 de ellos no se consiguen.

 

El papel higiénico está entre estos rubros, pero también lo están ciertas medicinas, el pollo, la leche y la harina de maíz utilizada para la elaboración de arepas, uno de los platos de mayor consumo en Venezuela.

 

Los problemas de desabastecimiento, que se han vuelto crónicos en el país sudamericano, han condenado a millones de sus habitantes a pasar largas horas de tienda en tienda y en largas colas para poder adquirir los productos más básicos.

 

Pero según Jaua, la seguridad alimentaria no debe ser tomada en cuenta para evaluar el bienestar de la sociedad.

 

Hacerlo, “es una necedad, compañero, porque un problema puntual de abastecimiento no puede medirse como un valor supremo, como es tener patria”, expresó Jaua durante su intervención.

 

“La patria no se mide en un supermercado. La patria […] se mide en la conciencia de los hombres y de las mujeres que habitan una nación […] La patria es humanidad, la patria es conciencia. […] Eso no tiene que ver con nada con un anaquel de un supermercado”, comentó el canciller, uno de los más cercanos colaboradores de Maduro.

 

Y para reforzar el punto, lanzó la pregunta: “¿Ustedes quieren patria o quieren papel [higiénico]?”

 

Como sucede con la mayoría de los males en Venezuela, Maduro a atribuido la crisis de desabastecimiento a los adversarios del chavismo, tratándose en este caso de empresarios “inescrupulosos” que estarían escondiendo los productos para desestabilizar su gobierno.

 

Pero la mayoría de los economistas atribuyen la situación a las políticas adoptadas a lo largo de la Revolución Bolivariana, que en su afán de ejercer un control cada vez mayor del Estado sobre la economía han generado un ambiente carente de oxígeno para las actividades del sector privado.

 

Es una situación que se ha traducido en un prolongado proceso de desinversión y de desmantelamiento del aparato productivo del país y que han convertido los otrora grandes productores en grandes importadores.

 

“Hemos retrocedido 40 años, a los niveles que teníamos en 1973”, dijo recientemente el saliente presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), Carlos Larrazábal, en referencia a la situación del parque industrial del país.

 

“Prácticamente tenemos el mismo número de empresas que teníamos en el catastro de industrias que se realizó en el año 1958”, sentenció.

 

La falta de producción a nivel local fue en un momento dado reemplazada por las compras de productos de primera necesidad en el exterior, pero el cada vez mayor volumen de importaciones no solo se ha vuelto insostenible para la industria petrolera –motor económico del país– sino que ha agotado las reservas líquidas.

 

“Se acabaron los dólares en el país”, dijo José Guerra, Profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela.

 

El problema es una cuestión de aritmética, agregó el economista, quien asesora a la Mesa de la Unidad Democrática, organización que congrega a los principales partidos políticos de la oposición venezolana.

 

La destrucción del aparato productivo, más el sostenimiento del nivel de consumo al que el chavismo ha acostumbrado a los venezolanos, incluyendo enormes subsidios a la gasolina, ha llevado al país a consumir más de $5,000 millones al mes en importaciones.

 

Las exportaciones petroleras, que generan cerca del 95 por ciento de las divisas que entran al país, suman sólo unos $3,500 millones al mes, si se descuentan los volúmenes de crudo que el país no cobra debido a que ya habían sido pagados por las ventas a futuro realizadas con China, o porque forman parte de los subsidios que el país otorga a sus aliados.

 

El resultado es que ya no hay moneda dura para sostener las importaciones, generando un escenario que no parece tener fácil respuesta, dijo Guerra.

 

“En este momento no hay solución a la vista. Las autoridades han dicho que saldrán a pedir prestado a los mercados mundiales, pero eso solo serviría para correr la arruga”, insistió.

 

Fuente: Nuevo Herald

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