Hugo Chávez es el tercer presidente de la República que muere en el ejercicio del poder. Antes, Juan Vicente Gómez, en 1935, y Carlos Delgado Chalbaud, en 1950, habían perecido durante su mandato.
Guillermo Morón, historiador y profesor jubilado de las universidades Simón Bolívar y la Católica, afirmó que, pese a morir al mando, al Jefe de Estado le tocan por tradición los mismos honores que reciben los mandatarios fallecidos tras dejar el poder.
«Primero deben convocarse tres días de luto en los que las banderas de todos los edificios públicos tienen que estar a media asta. Luego se le rinden honores militares», explicó.
Cuando murieron Gómez y Delgado Chalbaud recibieron los honores normales, agregó Morón. Resaltó que el caso del segundo de estos presidentes es destacable, debido a que protagonizó el único magnicidio de la historia venezolana.
Afirmó que los honores militares implican que el Alto Mando Militar o, al menos una comisión de jerarquía nombrada por éste, acudan al funeral del fallecido, sea en el lugar que sea.
Los honores militares le son hechos en calidad de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. A su vez, la Asamblea Nacional decreta también tres días de duelo por su condición de Presidente.
El historiador dijo que a Chávez no se le deben rendir otros honores especiales por obligación, aunque no descartó otras actividades como que sea velado en alguna institución del Estado.
Sólo Bolívar. El historiador afirmó que el Libertador Simón Bolívar es el único Jefe de Estado que recibió honores especiales tras su deceso.
Recordó que, siendo presidente José Antonio Páez, se decidió repatriar los restos de Bolívar que estaban enterrados en Colombia.
Una vez en Venezuela, recibió honores especiales y fue puesto a descansar en el Panteón Nacional, en donde sólo son colocados los restos de los héroes de la Independencia, aclaró Morón.
Expresó que Bolívar es el único que ha recibido esta clase de tratamiento, debido a su «trascendencia» histórica y porque ha sido el presidente más importante.
Morón señaló que, cuando muere un presidente en ejercicio, no tienen que ocurrir acontecimientos anormales que puedan estremecer el orden. Rememoró el caso de Gómez, en el que Eleazar López Contreras asumió el poder sin mayor problema.
Fuente: ÚN