“¿Qué llevará el niño hoy para la escuela?”, se preguntan cada mañana las madres cuando están desde tempranito en la cocina armando la lonchera con el desayuno de sus hijos. ¿Arepa? No se consigue la harina. ¿Cereal? Tampoco se encuentra leche en los supermercados. ¿Sandwich? No se compró el jamón porque está caro.
Y es que en la actualidad, preparar la lonchera para que los niños reciban la energía y los nutrientes necesarios para que su organismo rinda durante la jornada escolar, representa una preocupación en los hogares venezolanos.
La escasez de algunos alimentos ha ocasionado que muchos padres prefieran comprar comida fuera de casa, originando así gastos que superan sus presupuestos, además de las consecuencias negativas en la nutrición de sus hijos.
Tal es el caso de la señora Evelyn Castillo, quien todos los días compra para el desayuno de su hija una empanada en 25 bolívares y una malta en 22 bolívares; también una galleta en 15 bolívares. Los días que se permite variar le prepara un sandwich de jamón y queso, en el que puede gastar más de 50 bolívares, con un jugo de medio litro, que cuesta alrededor de 25 bolívares, y una fruta de hasta 60 bolívares, como las peras y manzanas.
Mensualmente invierte casi dos mil bolívares únicamente en el desayuno y merienda de su hija. Ella sabe que no es la alimentación más adecuada, ni más variada, pero tiene que enfrentarse a la situación económica que afecta desde hace tiempo sus bolsillos.