La imagen de Jesús María Casal caminando al lado de una larga fila de votantes, mientras caía una ligera llovizna, y era aplaudido, estrechaba manos, sonreía distendido, es junto con muchas otras escenas del día electoral del 22 de octubre la ratificación de las cosas bien hechas. Con prudencia, con tino, con un compromiso serio absolutamente internalizado. La confirmación -una vez más- de que lo que se hace con cordura, firmeza y claridad en los objetivos, sin destemplanzas, produce efectos de contagio y reconocimiento.
Casal presidió la Comisión Nacional de Primaria (CNP), creada por iniciativa de la Plataforma Unitaria Democrática, desde noviembre del año pasado. Una «papa caliente» en el ambiente de desconfianza y de cuentas pendientes entre factores de la oposición, luego del fin del «gobierno interino». Una tarea de envergadura, que requería pulso certero para enfrentar presiones tanto del lado oficial como de agrupaciones sumadas al proceso de la primaria. También de opinadores interesados en descarrilar una convocatoria democrática a la que auguraban los peores resultados.
El saldo de la tarea de la CNP es extraordinariamente positivo. El aplauso espontáneo en la calle, su mejor tributo. Al que se suma el de los candidatos -comenzando por el de María Corina Machado-, de las organizaciones políticas, de la sociedad civil, de comentaristas y analistas políticos. Una ganancia que habrá que preservar y alimentar, porque ahora -todos debemos saberlo- viene lo más difícil.
Junto a Casal hubo un equipo de gente en la CNP que es indispensable nombrar: Mildred Camero, Corina Yoris, Ismael Pérez Vigil, Carmen Martínez de Grijalva, Guilermo Tell Aveledo, Roberto Abdul y Víctor Márquez. «El mayor reconocimiento se lo debemos a Jesús María Casal y a sus compañeros del comando de primaria: unos héroes, sin que estemos exagerando, capitanes modestos y tesoneros del republicanismo que renace», escribió en la red X el historiador y profesor Elías Pino Iturrieta.
La realización de la primaria es el fruto de esa conducción impecable, de miles y miles de horas de trabajo de miles y miles de personas en todo el país y en el exterior, un ejemplo de entrega, coordinación y pulcritud democrática. Realizada con escasos recursos, con medios de comunicación censurados, al margen del poder oficial, desechando las trampas y los atajos y, el asunto clave y primordial, preservando el poder del voto como movilizador de la voluntad de los ciudadanos.
La elección propuesta, convocada y concretada por la CNP, sujeta a reglamentos debatidos y compartidos por todas las organizaciones participantes, es fiel reflejo de al menos dos disposiciones constitucionales:
Artículo 62: «Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de participar libremente en los asuntos públicos, directamente o por medio de sus representantes elegidos o elegidas».
Artículo 67: «Todos los ciudadanos y ciudadanas tienen el derecho de asociarse con fines políticos, mediante métodos democráticos de organización, funcionamiento y dirección. Sus organismos de dirección y sus candidatos o candidatas a cargos de elección popular serán seleccionados o seleccionadas en elecciones internas con la participación de sus integrantes«.
La primaria superó incluso esta disposición final porque estuvo abierta a todos los venezolanos inscritos en el Registro Electoral sin discriminación de ningún tipo. Frente a la reacción oficial, solo explicable por el magnífico impacto de la elección del domingo 22, hay que redoblar el apoyo a la primaria, a la CNP y a la contundente decisión de los votos.
Editorial de El Nacional